El Real Valladolid, tal y como se podía leer en ElDesmarque Valladolid, ha hecho una primera lista de descartes. En ella está Álvaro Aguado, como es lógico y normal. Se tenga más o menos confianza en él es imposible contar con un jugador que ha sumado 21 partidos oficiales en las últimas dos temporadas y que ha disfrutado de siete titularidades y cuatro partidos completos desde enero de 2020. Desde aquel mercado de invierno, el bagaje del jienense es bajo y a todo ello hay que sumar la primera fase de la temporada en el Real Valladolid.
En aquellos primeros meses, Aguado estuvo en la plantilla pucelana. Tras su llegada desde el Córdoba CF, el centrocampista fue uno más para Sergio González, pese a que el catalán no contara con él, como le dejó claro. Pese a ello y viéndose como un perfil diferente, Aguado creyó en él y se quedó. Quiso exprimir su oportunidad y el Club accedió. Ahí, posiblemente, se comentó a fraguar el importante listado de preguntas y dudas que hay sobre él.
Su fichaje era una buena idea. Su ejecución, no. Su potencial, su margen de crecimiento pero, también, su rendimiento en el equipo blanquiverde le hacían ser visto como una buena inversión, independientemente del montante económico y de su llegada en una operación junto a Sergi Guardiola. Con todo, su fichaje tenía unas esperanzas pero ha terminado siendo una enorme decepción por la nefasta gestión sobre el activo.
Gestiones incomprensibles
Es cierto que el jugador ha estado marcado esta temporada por una lesión de hombro de la que fue operado pero, siendo cierto, desde su llegada a Zorrilla al jugador siempre le ha perseguido un ramillete de preguntas que nadie ha sabido solucionar ni responder. Desde su inicial estancia en Valladolid, con sus innegables opciones y posibilidades, en 2019 hasta su desaparición en Fuenlabrada mucho antes de la operación, la etapa de Aguado en Zorrilla está definida por el corte que vivió la pasada campaña en la cesión en Soria.
Fue un golpe muy duro del que quiere huir pero que le ha dejado marcado para que, ahora, sea imposible verle como una opción para Pacheta. Es inviable creer en sus muchas posibilidades cuando no lo ha hecho o no le han dejado, nunca se sabrá, en sus dos cesiones vividas desde que el Real Valladolid se hizo con sus servicios en enero de 2019. Un fichaje de calidad muy mal gestionado y sobre el que se agolpan las preguntas.