Sergio González ya es historia del Real Valladolid. El técnico catalán dejaba el Estadio José Zorrilla hace más de una semana pero no ha sido hasta hace unas horas cuando se ha despedido del mundo blanquivioleta. Dejando mucho que desear tanto en sus últimos meses como en su adiós, el Real Valladolid mira al futuro y lo hace sin tener muy claro qué quiere. Las señales que deja esta ronaldización que está viviendo del Club no son buenas y no lo son porque desde la entidad no se muestra claridad ni seguridad.
El Real Valladolid no ofrece síntomas de tener claro qué busca. Es lícito y comprensible entender que las necesidades pucelanas son unas u otras en relación a los perfiles y, sobre todo, al tipo de entrenador que se necesita pero, con todo, resulta incomprensible que desde el Estadio José Zorrilla no se haya detectado o señalado qué tipo de entrenador se busca. Entendiendo que la nueva versión del Club va a ser aquella en la que existan muy pocas filtraciones y se haga de Zorrilla un búnker de información, todo muestra un clima erróneo.
Pese a todas estas novedades de funcionamiento, al Real Valladolid se le han vinculado diferentes entrenadores para su banquillo. Visto que será Ronaldo el que supervise toda la decisión deportiva, el puesto de entrenador es capital. Siempre lo es pero en esta ocasión más aún al saber que las suyas serán las decisiones más independientes y relevantes. Por ello, detectar el perfil de entrenador que necesita este Real Valladolid es determinante. Tras todo lo vivido este año, el vestuario necesita un líder fresco, ambicioso y con personalidad. Bajo estos rasgos debe existir alguien con cierta juventud.
Nada me haría más feliz que ver a José Luis Mendilibar en el banquillo del Real Valladolid pero, honestamente, no creo que el de Zaldivar sea lo que necesita el equipo. Tras el descenso y los importantes cambios anunciados y en proceso, el Estadio José Zorrilla puede es una plaza que impone respeto. La actualidad determina que el entrenador llegado sea valiente e, incluso, algo arrogante. La tensión se va a multiplicar tanto como la exigencia y esa juventud y sensación de gran oportunidad supondrá un plus para el equipo.
Aspectos futbolísticos y sociales
La valentía de llegar a Zorrilla y aceptar este proyecto es sinónimo de hambre y de confianza, detalles que demanda este equipo. Roto en el aspecto anímico y futbolístico, el Real Valladolid necesita un líder en todos los ámbitos. Iniciando por la propuesta, no creo que el entrenador blanquivioleta deba tener un perfil concreto. Éste es un argumento que cada vez se va enterrando más. El tópico de adaptarse a las cualidades del equipo va tornando en realidad, tanto como el saber intervenir en los partidos.
Los entrenadores suman y no sólo en el día a día. El trabajo diario motiva al jugador pero la intervención en los partidos es lo que genera credibilidad. En esa lucha, Sergio estuvo desacertado y es desde donde se debe mostrar capital el nuevo entrenador. Sabiendo dónde llega, con hambre, carisma y personalidad, el Real Valladolid está en el mismo punto que el Granada CF cuando llamó a Diego Martínez tras no hacer play off con el CA Osasuna o cuando los navarros se hicieron con Jagoba Arrasate tras su irregular etapa en el CD Numancia.
No es determinante de dónde venga ni lo que haya forjado en las últimas temporadas. Lo relevante es qué puede ofrecer y qué puntos tiene para poder hacer crecer al Club. Elegir bien el entrenador que llegue al Estadio José Zorrilla es capital para iniciar la nueva temporada y, por ello, resulta determinante entender cuáles son las necesidades pucelanas y que el perfil de Francisco Rodíguez o Andoni Iraola es más necesario que el de la experiencia de Juan Ramón López Muñiz o José Luis Mendilibar. Estos últimos verían Zorrilla como otra oportunidad pero no como la oportunidad. El matiz es diferencial.