Sergio González ya es historia del Real Valladolid. Mucho más tarde de lo esperado y necesitado, el entrenador catalán ha dicho adiós al Estadio José Zorrilla. Lo ha hecho mal pero, a su vez, ha firmado esa salida en el nivel al que ha estado en los últimos meses. Creyendo desde el inicio de la temporada que ésta era una campaña que, muy posiblemente, sobraba al entrenador por cómo afrontó el año desde un inicio, la evolución de la temporada ha ido aumentando sus carencias y, a la vez, su falta de respuesta y liderazgo.
Sergio ha sabido estar en la foto para las celebraciones y los elogios, pero no ha sabido dirigir al equipo en los momentos duros. Sin capacidad para esas fases donde el líder demuestra su peso y convencimiento, el final de la temporada y su despedida están al nivel de los últimos meses del equipo y del propio entrenador. El Real Valladolid no ha estado a la altura de la competición cuando más exigente era el momento.
Ni el equipo, ni los jugadores ni, tampoco, el entrenador. Sergio no ha sido el líder que necesitaba el Club en la gestión de la temporada ni en su final. Demorar la despedida y hacerla tan irreal como decidió Miguel Ángel Gómez no es lo que necesita el entorno. Ya no sólo el aficionado sino, también, todo lo que engloba al Real Valladolid exigían un análisis. No era cuestión de justificaciones o perdones, era una necesidad de explicaciones valientes, con personalidad y argumentos.
Constantes debilidades
Tras el fracaso y con el equipo en LaLiga SmartBank asegurar que la afición es el «corazón» del Club o que son días «duros» son mensajes vacíos. Sergio González era el responsable técnico del Real Valladolid y, como tal, debía explicar y analizar cuestiones deportivas que nunca quiso hacer durante la temporada. Emplazando siempre a final de temporada, Sergio esperaba a su marcha voluntaria y no a su destitución para analizar la temporada.
La realidad ha sido otra y el Real Valladolid ha descendió y, por consiguiente, el catalán se ha escondido detrás de un comunicado lleno de tópicos. Como en sus respuestas preparadas de las ruedas de prensa, el ya exentrenador pucelano deja atrás su etapa en Zorrilla confirmando que hace mucho tiempo que dejó de ser lo que necesitaba el Real Valladolid en cualquier aspecto. Futbolístico, social o de liderazgo. Las sensaciones siempre fueron rotundas sobre él, pero los tiempos y la forma de su despedida las confirman. ¡Adiós, Sergio!