Cuando se consuma un fracaso, como supone descender a LaLiga SmartBank, se buscan responsables pero, también, se mira al pasado y se tiende a comparar. En muchas ocasiones esa mirada a otro errores es productiva pero en el Estadio José Zorrilla y a la hora de analizar los descensos, no. No lo es porque las tres últimas pérdidas de categoría han tenido unos orígenes muy diferentes.
Al producirse el descenso en el tercer año, la comparativa del reciente y el del 2010 es sencilla. En ambas se reduce todo al entrenador. Sergio González, como José Luis Mendilibar, comenzaba la temporada con un desgaste acumulado. Pese a ello, y siendo responsables de un ascenso y dos salvaciones, la comparación no es justa ni merecida. La temporada no fue igual y no sólo por el hecho de que uno haya terminado la campaña y el otro no lo hiciera.
El problema de la temporada 2009/2010 no estuvo en la destitución de José Luis Mendilibar. La elección del sustituto y cómo se llegó a prescindir del entrenador vasco fueron los grandes motivos. Destituido, el final del Pucela estaba cerca. Onésimo Sánchez no era, ni de lejos, lo que pedía el equipo pero, sobe todo, en aquella temporada hubo un grave problema: la relación de Roberto Olabe y Mendilibar. Los diferencias entre ambos y el pulso que jugó y ganó el director deportivo generó una ruptura en el Club que este año, pública y casi privadamente, no se ha dado.
La calidad de 2014
La postura de Miguel Gómez con Sergio nada ha tenido que ver con lo que se vivió en la temporada 2009/2010, aquélla totalmente condicionada y marcada por la ruptura entre los dos grandes responsables deportivos. Este año, el divorcio no ha existido. El desgaste y el distanciamiento han sido palpables pero no para compararse con los problemas que marcaron el descenso de 2010, aquel que nada tiene que ver con el reciente o con el de Juan Ignacio Martínez.
Ése, el de 2014, sí que está definido por una plantilla falta de calidad, templanza y variantes. Estos son argumentos que se han sentido esta temporada con un equipo lejos del rendimiento pero no de posibilidades que si que faltaban en un vestuario con jugadores de varios países, diferentes idiomas, formaciones cuestionables pero todos carentes de experiencia y argumentos àra una competición como LaLiga Santander o similar. Nada que ver con lo de 2010 o los últimos meses.