Cuando un equipo deportivo, da igual la disciplina que practique, desciende de categoría en una competición liguera, no lo es por casualidad pues se lo ha ido ganando a lo largo de toda una temporada. Este es el caso del Real Valladolid. Normalmente cuando esto ocurre, es debido a varios factores y no sólo a errores arbitrales que éstos últimos pueden costarte la pérdida de algún partido simplemente.
Uno de los factores que sí pueden condenarte al descenso es la nefasta gestión directiva porque el equipo puede estar en manos de un presidente y de una junta sin escrúpulos, sin conocimientos y que sólo buscan medrar y enriquecerse en poco tiempo o blanquear dinero. En España, todos sabemos que en ciertos clubs han aparecido magnates de estas características que han hundido no sólo deportiva sino también económicamente a ciertos equipos de Primera y segunda división. El Pucela, afortunadamente, no es uno de esos pues Ronaldo es un hombre del fútbol y con él el club de la ciudad del Pisuerga ha dado – lo necesitaba – un salto cualitativo y cuantitativo. Es más, se ha echado a sus espaldas el legendario club de baloncesto.
La dirección técnica a nivel de despachos ha corrido a cargo de Miguel Ángel Gómez un hombre capaz y honrado que ha hecho todo lo que ha podido en los años que lleva a cargo de la secretaría técnica. Su misión ha sido formar un equipo competitivo acorde a las posibilidades económicas del club, y a mi entender, lo ha conseguido aunque, obviamente, algún jugador no ha alcanzado las expectativas que de él se esperaban.
Los factores más importante en los éxitos o fracasos de un equipo son los jugadores y los enormes equipos técnicos de la actualidad: entrenador, segundo entrenador, adjunto al entrenador, entrenador de porteros, analistas, recuperadores, fisioterapeutas… Se tiene por costumbre culpar al entrenador de los fracasos y a los jugadores otorgarles el éxito de una temporada. Pienso que no es del todo cierta esta reflexión. El fracaso de esta temporada tiene que repartirse entre jugadores y técnicos, al menos a esa pléyade que se sienta cada semana en el banquillo y se les considera ‘técnicos’.
Como he dicho anteriormente, Miguel Ángel Gómez confeccionó un equipo competitivo. Lo que diríamos en nuestra tierra como «apañadito». Era muy similar a una decena de los que han competido en la misma liga que nosotros. Hemos tenido un equipo muy compensado en todas sus líneas, circunstancia que no siempre ha pasado, incluso compitiendo en LaLiga Santander. Con equipos más limitados técnicamente que éste, hemos hecho campañas muy dignas.
Es más, que yo sepa esta temporada no ha habido ningún jugador que por su comportamiento fuera del terreno de juego, desestabilizara al resto de la plantilla y al cuerpo técnico. A nadie se le escapa entonces que el problema ha estado en el banquillo. Ronaldo confirmó a Sergio y sus motivos tendría. El entrenador contaba con el aval de un ascenso y tres temporadas en la misma categoría, aunque esta es mejor olvidar. Eso nadie lo puede discutir.
Ciertamente todo en esta vida tiene un límite y una duración. Las tácticas y técnicas que se empleaban en los siglos XIX y XX ya no se emplean ni en los terrenos de operaciones ni en los terrenos de juego de ningún deporte. Los medios tampoco son los mismos. El equipo, a mi entender, estaba roto anímicamente desde el mes de marzo. Sin moral ni voluntad de vencer no se puede salir a competir a ningún terreno de juego. La cara de los jugadores ante la adversidad era el reflejo de su corazón. La actitud del entrenador fundamentalmente y la de ciertos jugadores en los últimos partidos ha sido decepcionante, impropia de unos profesionales de Primera.
Ausencia de trabajo
Si a la falta de fe en la victoria unes una manifiesta falta de preparación táctica, no hay duda: el adversario que conoce tu debilidad, te machaca y te vence aunque sea in extremis. ¿Cuántos partidos hemos perdido por los mismos errores tácticos? Los errores tácticos a que me refiero entre otros muchos han sido: pérdidas continuas de balón en la frontal del área, errores de marcajes dentro del área, contraataques del adversario sin prevenir, ausencia de flexibilidad en los planteamientos de los partidos, falta de motivación en los jugadores…
Estos lances del juego, hoy día con tanto vídeo, tanto analista y tanto ojeador tienen que ensayarse hasta la saciedad así como los puntos débiles del adversario. Por lo visto, en los Campos Anexos, o no se ensayaban o se ensayaban muy poco porque los errores han sido continuos y de la misma identidad. Creo que con todo lo expuesto anteriormente he dejado claro quién es el culpable principal de este descenso y quiénes son los secundarios. El descenso se empezó a fraguar hace ya unos meses.
Espero que el pozo deportivo que es LaLiga SmartBank no atrape indefinidamente al Real Valladolid y lo hunda tanto deportiva como económicamente. La amargura y el desencanto que ha sufrido la afición esta temporada y en especial tras los últimos y vergonzosos encuentros debe transformarse la próxima temporada en alegría y esperanza. No será fácil. La ilusión de todos los blanquivioleta es volver a ver a nuestro Pucela muy pronto en el sitio que por historia le corresponde: la Primera división del fútbol español.