Leyendo este martes la información que Arturo Alvarado ha publicado en ElMundo-Diario de Valladolid, en la que asegura que el vestuario blanquivioleta no había estado cómodo durante esta temporada y que fueron varias las quejas que el cuerpo técnico recibió por la ausencia de entrenamientos y de tareas para mejorar en el terreno de juego, he vuelto a llegar al punto sobre el que inicié y marqué muchas de las críticas que he realizado esta temporada a Sergio González.
Creo firmemente que el entrenador catalán no ha sido lo que el Club ha necesitado en muchos momentos, y me resulta incomprensible. No puedo entender que un «hombre de fútbol» como Sergio, aquél que se jactaba de decir que él «sabe» cómo va este deporte, no quisiera crecer con el Club. Lo cierto es que el Real Valladolid necesitaba cambiar su plantilla. Ésta pedía diferentes variaciones y ésta obligaba a firmar otro tipo de jugadores. Cualquier entidad que quiera crecer pide jugadores en propiedad y ahí ha estado el problema de Sergio y, en gran parte, también, su egoísmo.
Cuando llegó a Valladolid, el catalán tenía un equipo debilitado pero hecho. Había que detallarlo pero no trabajarlo. Muchos de los jugadores no se encontraban bien, es cierto, pero sabían dónde estaban. LaLiga SmartBank no era una competición nueva para ellos y sólo se les debía dar las herramientas que necesitaban. Se las tenían que ofrecer, pero no se las debían construir, que es muy diferente.
Para esta temporada, desde el inicio, el perfil de jugador era otro. Si el Pucela quiere jugadores en propiedad, muchas de las apuestas deben ser por jugadores jóvenes, sin experiencia en la élite pero con tanto potencial como margen de mejora. Así, Luis Pérez, Jawad El Yamiq, Saidy Janko o Marcos André pedían trabajo y dedicación. Era una fase de crecimiento y potenciación de su potencial.
Un coste para Sergio
El Real Valladolid debía hacer crecer a sus jugadores, pero Sergio no fue capaz. Por tozudez, falta de confianza o, quizás, falta de argumentos y herramientas, Sergio nunca supo mirar por las necesidades del Club, aquél con el que tenía vinculación hasta el año 2022. Si con una unión firmada para cinco temporadas, Sergio no supo entender que lo que era mejor para el equipo era lo mejor para él, el descenso es la mejor definición de la temporada blanquivioleta y del coste que va a suponer este descenso para el catalán.