La temporada 2020/2021 ya es historia en el Real Valladolid y en LaLiga Santander pero no por ello debe quedar en el olvido. Los pucelanos deben analizar en profundidad la mediocridad con la que han vivido la temporada y por la que han firmado un descenso justo en lo que a méritos se refiere, merecido en lo que a la evolución conseguida se centra e impropio por las cualidades del vestuario. Salvando la distancia de calidad entre ésta y la última plantilla pucelana que descendió de categoría, una pérdida de categoría y otra tienen grandes similitudes.
Tanto en la temporada 2013/2014 como el la recién terminada el equipo demostraba que no estaba en el camino esperado. El Real Valladolid no tenía ideas para salir del bucle en el que había convertido su rendimiento y tanto Juan Ignacio Martínez como Sergio González no eran la solución. Daba igual de qué cotas venía uno o qué había conseguido otro en el Estadio José Zorrilla, la realidad era intangible y el Pucela no se iba a salvar sin un cambio.
A base de empates y viviendo de la mediocridad de la competición, Juan Ignacio Martínez llegó a la última jornada con vida pero de una forma tan irreal como la que tenía Sergio González antes de la visita del Atlético de Madrid al Estadio José Zorrilla. En 2014 el descenso se certificó tras una derrota (0-1) ante el Granada CF pero se había consumado una semana antes por las deficiencias del equipo. En esta ocasión fue igual. Perder ante el Atlético de Madrid no condenó al Pucela. Éste ya estaba sentenciado mucho antes.
Ante todo, las formas
Malviviendo de empates y siendo incapaz de victorias de renombre, Sergio González ha clonado el patrón de Juan Ignacio Martínez y ha firmado un descenso impropio para una entidad como la blanquivioleta, justo por lo generado y merecido por el estancamiento semana tras semana. Caer está permitido y descender es una posible realidad pero siempre hay formas y formas y este Pucela ha elegido, como hace siete años, la peor.
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