De todo en la vida se aprende y en el fútbol no es diferente. La 2020/2021 ha sido una campaña muy compleja y dura para el Real Valladolid pero en ella, incluso, se puede tener una evolución en el análisis. Para mí, y sobre la figura de un entrenador, es importante resaltar más que nunca la importancia que tienen las declaraciones. Con ellas no se gana, obviamente, ni tampoco se pierde pero sí que se confirma cómo está el equipo, el entorno y los ánimos. Sergio lo ha ido mostrando durante toda la temporada pero lo ha ratificado en las últimas horas.
En la previa al duelo final ante el Atlético de Madrid, el preparador catalán ha confirmado que dejó de ser hace mucho tiempo lo que necesitaba el Real Valladolid. Sin convencimiento sobre la situación actual del equipo, todas sus declaraciones desde la dura derrota (4-1) del equipo en San Sebastián están marcadas por el mensaje de que el equipo no está preparado para lo que necesita conseguir y que no lo está desde un momento concreto.
Es importante analizar lo que dice y, aún más, cómo lo dice. Son casi 300 las comparecencias que el catalán ha firmado como entrenador pucelano y, con ellas, se le ha conocido. Se sabe qué quiere decir y qué busca con ello. Así, y en la previa al enfrentamiento ante el Atlético de Madrid, se ha confirmado que él no tiene fuerza y que no contagia convencimiento a sus jugadores. No lo hace desde la derrota (3-0) en el Estadio de Mestalla. Aquel encuentro, y tal y como él ha confirmado, sentenció al equipo y a su credibilidad.
El descenso de Valencia
Desde aquel día, Sergio no cree y, claro, el equipo, tampoco. Entendiendo que en el fútbol el entrenador es el reflejo del equipo, Sergio no ha creído y, por lo tanto, el equipo no ha tenido arrojo ni argumentos. Con todo, y como las lamentables declaraciones del entrenador así lo han dicho durante la semana, las opciones del Pucela por la salvación son nulas. Es imposible que el equipo se salve porque es imposible que este equipo gane un partido. No lo ha hecho en las últimas 11 jornadas y no lo va a hacer ahora.
No es cuestión del rival ni de lo objetivos que éste tenga. El problema es el propio Pucela y sus argumentos. Si un equipo no sabe convencer desde sus palabras es imposible que lo haga con el juego. Así, el Real Valladolid se ha ido rompiendo de forma progresiva durante todo el año. Desde las declaraciones del entrenador no se ha perdido pero se ha mostrado que el camino que se estaba trabajando no era el correcto. Era imposible mejorar y crecer si el líder futbolístico no asume sus errores y sus problemas.
Con vendas sobre la realidad, ésta ha explotado en la cara del entrenador y del equipo y el Real Real Valladolid llega a la última jornada descendido. No es un descenso matemático pero sí real. Los pucelanos no tienen opciones porque su entrenador así lo ha confesado esta semana y, también, porque desde la derrota en el Estadio de Mestalla, el equipo dijo adiós al objetivo ya que su entrenador tiró la toalla tras aquella derrota.