Ronaldo Nazário es el máximo accionista y dirigente del Real Valladolid. El Club es su proyecto y su inversión y, por lo tanto, puede tomar las decisiones que estime oportunas. Continuar con Sergio González cuando quedaba claro que el catalán no era la solución de ninguno de los problemas de la entidad le señala. Así, el catalán es el responsable de la dinámica del equipo durante toda la campaña y el brasileño, el responsable de ver y dejar caer al equipo. El Pucela ha sido ridículo e indigno de la categoría y de su historia por momentos y, ahí, el máximo responsable ha sido Ronaldo Nazário, aquél que esta temporada se ha mostrado desguarnecido.
El máximo accionista blanquivioleta no ha estado a la altura de la realidad pucelana porque ésta le ha pedido decisiones y, ahí, en sus primeras medidas propias, Ronaldo ha tenido miedo a fallar. Iniciando su tercera temporada en el Estadio José Zorrilla, los nuevos dirigentes no han estado a la altura porque entre otros aspectos han estado escondidos públicamente. Cuando más debían salvar la imagen del Club y proteger lo conseguido, más miedo han tenido y más escondidos han estado. ¿Por qué? Porque la ausencia del escudo que siempre generaba Carlos Suárez ya no estaba. Sin él, el nuevo Pucela ha mostrado su peor cara.
Siempre he creído que el Real Valladolid actual vivía muy cómodo en la comparación con Carlos Suárez. Ronaldo y su equipo de trabajo siempre salían ganado en la comparativa. El acercamiento a la afición, los comunicados contundentes, la defensa del escudo… La gestión del Club era muy buena y, sobre todo, era descarada y con personalidad. Se defendía con fuerza lo que se tenía. Se atrevía a ser atrevido. Ronaldo tenía mucho que ganar en los primeros años en Zorrilla, pero este año era el primero en el que podía perder, y vaya si ha perdido.
¿Presidente de honor?
Sin ese escudo de comparación con Carlos Suárez, Ronaldo se ha visto superadísimo. El máximo accionista del Real Valladolid ha aparecido poco, se ha mostrado poco comunicativo, no ha tomado la iniciativa y no ha tenido liderazgo. Nada de lo que pareció ser en sus dos primeras temporadas se ha visto en la tercera, aquélla más exigente y necesaria. Con viento a favor, es muy fácil salir en la foto y liderar al equipo. Cuando los problemas aparecen es cuando la situación requiere de unos condicionantes que se esperaban y suponían en Ronaldo.
Un «hombre de fútbol» como se le define no se «compra un equipo y se va de vacaciones», como él dijo en su primera rueda de prensa, porque «un hombre de fútbol», como él, se compra un equipo y toma decisiones. Él, más que nadie debería saber leer los contextos y entender el momento en el que ha estado su equipo durante la temporada.
Así, la responsabilidad del declive y de permitir esa decadencia es del propio Ronaldo, aquél que ha actuado más como imagen de la entidad y presidente de honor que como máximo dirigente. Todo en un año en el que desde el principio se le miró por su bagaje y no por la comparativa con Carlos Suárez. Ahí se le ha visto incómodo, nervioso y ausente aunque, según Sergio, cercano con el equipo.