Sergio González es el máximo responsable de la situación que está viviendo el Real Valladolid. Él, desde sus ideas y planteamientos, ha conseguido que los pucelanos firmen imágenes como las de San Sebastián. Tristemente, lo del Reale Arena no ha sido la excepción de una temporada de declive para jugadores, entidad y cuerpo técnico. Todos salen debilitados de la presente campaña porque ninguno ha conseguido realizar aquello que pedía la situación, como se vio en tierras vascas.
Desde la propuesta y soberbia del catalán, el Real Valladolid estará en LaLiga SmartBank y, por ello, los que han permitido la continuidad del catalán son tan responsables como él. Sergio se ha sentido tan fuerte esta temporada que se ha permitido planteamientos y onces titulares como el visto en San Sebastián. Es inconcebible que jugadores del rendimiento reciente de Pablo Hervías, Rubén Alcaraz o Kenan Kodro estén en un once titular de la envergadura de éste. Es impropio de un equipo que busca el objetivo proponer esto, pero Sergio siempre se ha sentido fuerte para tomar decisiones y, con ello, ha gestionado al equipo como lo ha hecho.
Este proceder no ha sido nuevo ni sorprendente. Ha sido el estilo del catalán desde la octava jornada. En el planteamiento de la dura derrota (2-0) ante el Villarreal CF, Sergio confirmaba que se sentía por encima de los intereses de la entidad. Ha impuesto sus ideas y ha negado una autogestión que hubiera llevado al equipo a decisiones más lógicas y, a su vez, más necesarias. Sergio es el responsable, obviamente, pero, como todo drama, hay unos cómplices que son una presidencia indolente y unos jugadores tan domesticados como incapaces de liderar al equipo.
Este vestuario se ha mostrado anestesiado. Ha carecido de liderazgo y de personalidad para revelarse ante decisiones tan incongruentes como la vivida con el once y el planteamiento ante la Real Sociedad. En el fútbol, como en la vida, hay estatus y debe existir un respeto ante ellos siempre que, obviamente, los escalafones tengan esa deferencia que Sergio no ha tenido esta temporada. El catalán, un preparador que siempre ha señalado que «la línea» entre titulares y suplentes es muy pequeña ha engrandecido las distancias entre los ‘suyos’ y los ‘del’ Club.
Un merecido descenso
El preparador rompió al equipo hace meses y dejó en añicos un vestuario con capacidades futbolísticas pero sin fuerza mental. Maniatado y anestesiado, los jugadores pucelanos son cómplices del mal resultado de la temporada y de partidos como el de San Sebastián. Resumiendo, tan bien como hicieron, la gestión de temporada en 90 minutos de juego, el Real Valladolid muere si ya antes no lo estaba. El Club vuelva a ser de LaLiga SmartBank por merecimiento deportivo y social, sin saber al 100% el orden.
Sólo se entiende una primera parte como la firmada en San Sebastián por un mal liderazgo. Desde él, el Real Valladolid se rompió antes, incluso, de llegar al minutos 10 y, por él, el escudo queda totalmente pisoteado. Los pucelanos se mostraron inoperantes porque nadie ha sabido tomar las riendas de la situación como se requería y, así, entre unos y otros, el equipo está en Segunda división por partidos como el firmado ante el Villarreal CF pero, sobre todo, por gestiones como la perpetrada en San Sebastián.