Twitter es una red social brillante. Confieso que me encanta porque desde ella se puede palpar el sentimiento más rápido y directo para analizar un partido. Desde la inmediatez que ofrece se pueden entender todos los sentimientos que generan duelos tan importantes y determinantes como el que el Real Valladolid disputaba este domingo ante la Real Sociedad. Pese a cinco victorias en 36 encuentros, un partido ganado en los últimos 19 y sólo cuatro de los últimos 24 puntos, el equipo blanquivioleta jugaba una oportunidad única en el Real Arena, aquélla que se ha vivido con intensidad en Twitter pero que tenía definido su camino desde el primer momento.
Los números con los que el Real Valladolid llegaba a San Sebastián se impusieron y lo hicieron porque en el fútbol todo tiene una justificación y en este equipo es la de la pobreza y la testadurez de su entrenador, como se vio con un once titular impropio de un duelo como éste. El blanquivioleta es un equipo de autor y él es un creador permeable pero, a la vez, soberbio. Siendo éste el término que más y mejor define la actuación del preparador catalán en las últimas semanas, la realidad del equipo es la actual y su final, el que se barrunta y el que le deja en muy mal lugar.
Sergio ha estado en la cuerda floja en muchas ocasiones pero Ronaldo Nazário le ha salvado en todas esas situaciones. Incluso en ésta. Con esa fortaleza y seguridad para trabajar, el catalán ha dirigido y trabajado como ha querido y, así, el equipo se ha desangrado. Desde la falta de ideas, el catalán ha impuesto su filosofía y ha querido, como ya hizo en la rueda de prensa de Vitoria, salvar su imagen. Sólo ha mirado por él. Sergio dejó de ser hace muchos meses el hombre que necesitaba el banquillo pucelano pero, en las últimas semanas, ha sido hasta un lastre.
Una gestión terrible
Lo ha sido, no para esta temporada, que también, sino para la imagen del Club y la fuerza y credibilidad del proyecto. Ni un sólo jugador queda reforzado en esta temporada y, ahí, el señalado y el responsable es él. Sin analizar contextos ni estados de forma ni momentos, el entrenador pucelano ha gestionado el equipo en las últimas semanas como nadie hubiera hecho. Desde antes de los partidos y hablando, incluso, del poco acierto para confeccionar convocatorias, Sergio habrá intentado salvar al Real Valladolid pero no ha sabido. Ha sido incapaz y, por lo tanto, se ha convertido en un lastre con peso y determinación.
Sin saber qué trabajar ni cómo detallar a este equipo, el entrenador catalán se ha ido consumiendo durante la temporada pero se ha inmolado en las últimas semanas. Se ha hecho responsable único del fracaso del descenso por su gestión, su liderazgo y, sobre todo, por su soberbia para imponer sus errores, sus debilidades, sus inseguridades y sus gestiones.