Más de lo mismo. Nada ha cambiado en el Real Valladolid. Ni por el calendario, ni por las pocas fechas que restan, ni por la propia exigencia ni, tampoco, por las circunstancias del rival. El equipo de Sergio González es un conjunto blanco, sin personalidad ni fuerza para responder a la realidad que se va encontrando durante los partidos. Ese «directo» del que habla el catalán. Así se explican muchos de los golpes de la temporada, la clasificación, los números del año 2021 y, obviamente, la dura derrota sumada en el encuentro ante el Valencia CF.
Un duelo que ya era importante antes del inicio de la jornada, crecía en relevancia con el avance de los partidos. Las derrotas del Elche CF y la Sociedad Deportiva Huesca y el empate del Deportivo Alavés hacían que la visita a Mestalla fuera más de un 40% de la salvación pucelana. Ganar a los ché era un paso de gigante que un Pucela como el actual no ha sabido aprovechar por las carencias para responder a los avances del partido. Las «finales», como se consideran a estos partidos, se ganan desde saber que habrá fases del encuentro sin protagonismo. Un vencedor no siempre domina pero nunca sufre. Lo tiene todo controlado.
El Real Valladolid dominó en Valencia pero no supo sufrir, y así cayó derrotado. Los de Sergio González firmaron un nuevo encuentro bipolar al no saber ejecutar las transiciones, ni ofensivas ni defensivas. Esta acción es la que marca, generalmente, las respuestas del equipo. En muchas ocasiones se habla en el fútbol que perder un balón no es «importante» si el trabajo es bueno para recuperarlo. Debilitar la salida del rival y, sobre todo, evitar la evolución es capital en el fútbol actual pero el Real Valladolid de Sergio González no lo tiene.
Desajustes y desequilibrios
Señalo directamente al entrenador catalán porque en su lectura de juego se disocian el ataque y la defensa al menospreciar las acciones que las unen. Llámese transición o contragolpe, como pedía José Luis Mendilibar recientemente en una entrevista, el Real Valladolid no es fuerte en este movimiento. Tras robar no genera peligro pero, sobre todo, tras perder se rompe. Este Pucela sufre mucho siempre tras la pérdida porque el equipo tiene muchos desajustes y está poco equilibrado.
Lo duro y decepcionante no es que el problema sea éste sino que el equipo lo lleva demostrando meses e, incluso, temporadas. Parece que este Real Valladolid sólo ataca o sólo defiende y que se olvida de cómo se pasa de una acción a otra. Esa respuesta es capital para entender el mal momento y la nefasta realidad del equipo, tanto el resultados como en juego. Esas dos caras que viene ofreciendo este equipo en muchos partidos de la presente y triste temporada son las que definen a los de Sergio González y al propio Sergio González.