Éste es un Real Valladolid de autor. El Pucela tiene la firma de Sergio González. Para lo bueno y para lo malo. Obviamente, y tanto por resultados como por sensaciones, la firma del catalán es, actualmente, en el contexto negativo. El entrenador no está sabiendo transmitir al equipo lo que éste necesita ni, tampoco, está llevando al equipo a los puntos de juego que necesita. Así se justifican muchas cifras del equipo y muchas de la sensaciones que el fútbol blanquivioleta deja.
El Real Valladolid no muestra sensación de saber cómo atacar su situación y no lo hace porque su entrenador no sabe cómo hacerlo. Siempre he creído que un entrenador es el reflejo de su entrenador y este Pucela lo ha demostrado recientemente. «¡Qué bien termino el Real Valladolid el partido en Bilbao!», se pudo leer, y es cierto. El equipo estuvo los últimos minutos del partido en campo rival y Sergio, por su parte, vivió y transmitió tensión desde el banquillo. Todo lo contrario, por ejemplo, ocurrió en el mes de octubre ante el Deportivo Alavés. En ese momento, todo lo que transmitía Sergio era insuficiencia para dar la vuelta a la situación.
La realidad del Real Valladolid, tras Mestalla, es mucho más parecida a la de aquella derrota ante los vitorianos que en los minutos finales de la visita a Bilbao. El equipo no transmite y Sergio González ya no tiene ni fuerza para sostener sus argumentos. La rueda de prensa del Estadio de Mestalla es la de un preparador sin argumentos ni fuerzas para mantener, ni tan siquiera, sus múltiples tópicos. Escuchada y vista la comparecencia del catalán, la sensación es la de un entrenador roto y sin ideas que sigue en el puesto por orgullo y no por convicción.
Toalla, tirada
El equipo está mal, muy mal, y Sergio González está roto. Sus palabras en Mestalla y, sobre todo, cómo llegaron estas son la muestra de un entrenador que deja la peor sensación del partido. La derrota ante el Valencia CF en horas bajas es la de un preparador que, muy posiblemente, haya tirado la toalla y que ya no crea, no en los jugadores y en su estilo, sino en él y en sus capacidades para este vestuario.