Creo que la forma en la que terminó la visita del Real Valladolid al Nuevo Estadio de San Mamés es engañosa. El tanto de Shon Weissman llevó a los mejores minutos del partido, aunque ciertamente fueron apenas un puñado de segundos. En ellos se vio a un equipo que vivía en campo contrario, sí, pero no que buscaba el tercer gol. Como en los dos encuentros de la temporada ante el Elche CF, el gol blanquivioleta en los minutos finales dejó tocado al rival, pero los pucelanos no se vieron con fuerza e ideas para ir a por el tercer gol y buscar con convencimiento la victoria.
Sin ese convicción para atacar las posibilidades de victoria, el Real Valladolid sumaba un punto pero no dejaba sensaciones de encontrar el camino ni de cambiar la dinámica. A los jugadores le faltaron ideas y no sería por la intensidad con la que Sergio vivió los últimos minutos. Superado en la primera parte, su imagen era la del equipo. El lenguaje corporal del entrenador catalán en la primera parte era de un preparador vencido y derrumbado. A él, también, le falta confianza y seguridad. Sin tener él las ideas claras, el equipo ve una figura débil.
Esa fragilidad era innegable durante los primeros 60 ó 70 minutos. Hubo un cambio en el duelo que ayudó más a Sergio que al equipo y desde el que el Real Valladolid puede conseguir un plus de energía. Creyendo que es la figura del entrenador la que debe generar convencimiento, la presencia de Kiko Olivas ayuda mucho a Sergio González. Él se siente más seguro con el ‘4’ sobre el terreno de juego, como se pudo ver en el tiempo en el que el de Antequera estuvo sobre el terreno de juego. No es cuestión de un estado de forma y de un posible rendimiento. Es la etiqueta que tiene el central y desde la que Sergio González basa su tranquilidad.
No es juego, es seguridad
A nivel futbolístico, la presencia de Kiko Olivas no generó nada especial ni diferente en el Real Valladolid pero a nivel psicológico de Sergio, sí. Ver al ‘4’ genera esa confianza del entrenador en lo que ve sobre el terreno de juego que no tiene con otros futbolistas. Ese punto de fuerza y seguridad del catalán es, posiblemente, la mejor noticia de la visita pucelana a Bilbao. Lejos del empate y de salir de la zona de descenso, los pucelanos necesitan credibilidad y confianza. Desde Sergio y para los jugadores; y desde los jugadores para Sergio.
Recuperar a Kiko Olivas es importante y no ya por una cuestión de juego, sino de confianza. Basar la salvación y el cambio de dinámica de un equipo que debe ganar pero que sólo ha conseguido una victoria en 16 partidos, dos en 20 y cinco en 33 partidos en un central es inimaginable pero desde ese regreso, Sergio firma el mayor éxito de la visita pucelana a Bilbao. El entrenador de los últimos minutos de San Mamés es el que necesita el equipo ahora y pese a todo lo vivido, la realidad dice que esta necesaria versión sólo ha llegado con el regreso de Kiko Olivas. Hecho que está lejos de la casualidad.