No hay nada que más ilusión me haga en el mundo del fútbol que ver ganar al Real Valladolid. Lo entrene quien lo entre. Juegue quien juegue. El Pucela es el equipo por el que mi padre me hizo sentir cariño, devoción y sentimiento. Me gusta verle ganar pero, sobre todo, me gusta verle hacer méritos para ganar. Me encanta ver un Real Valladolid que domina y que es superior al rival. Creo que el fútbol consiste en eso. Son dos equipos que buscan una victoria desde sus credenciales. Valorando todas esas opciones, el modelo de juego y el de acción llevan, primero, a las victorias y, posteriormente, a los objetivos.
Desde pequeñas victorias se consigue grandes objetivos y creo, honestamente, que como el Real Valladolid está lejos de conseguir victorias, está muy lejos de seguir un año más en LaLiga Santander. Pese a ese sentimiento y cariño por el Real Valladolid, la realidad que me transmite el equipo no es buena y creo que el Pucela ha sumado en San Mamés casi de casualidad. Sergio González, que mide mucho qué quiere decir y desde que términos exteriorizarlo, ha hablado de que el equipo se «ha encontrado» el gol de Shon Weissman y, ciertamente, es verdad.
Analizando los 90 minutos del partido, el Real Valladolid no ha sido merecedor de la victoria y, quizás, ni del punto. Para mi gusto, el Pucela ha estado muy lejos de los tres puntos y ese botín es lo que, ahora mismo, más necesitan los de Sergio González. Tras una vitoria en 16 jornadas y acumulando sólo cinco en 33 partidos, los pucelanos deben tener claro cuál es su camino para conseguir ganar partidos y, muy posiblemente, estén lejos de encontrarlo. Por ello, el punto y el hecho de salir del descenso es, para mí, maquillaje y una realidad que no muestra el verdadero momento de un equipo que alterna buenas y malas fases a partes iguales.
Protagonistas sustituibles
El Pucela tiene fases de confianza y muestra de potencial pero, también, etapas de debilidad e inseguridades. Entre esos dos tipos de Real Valladolid se están definiendo las últimas semanas del equipo y, por ello, resulta muy complejo ver que los de Sergio saben cómo conseguir sus victorias y cómo poder acceder al objetivo final. Creyendo, además, que es importante estar rodeado de los mejores y de los jugadores que más necesita el equipo, el futuro no parece tener como protagonistas a los jugadores que este Pucela debe y pide tener.
La realidad demanda a Shon Weissman, Lucas Olaza, Jawad El Yamiq y Roque Mesa y sólo el uruguayo, que no ha participado en el encuentro en Bilbao, es indiscutible para Sergio González. Esa indefinición es la que hace que el Pucela esté ahora mismo como ésta. En clasificación, en sensaciones y en registros. En ningún aspecto, el equipo parece estar cerca de conseguir esas victorias que le lleven a la salvación. Está lejos de conseguirlas, sí, pero ojalá las firme. Él las necesita y yo las quiero.