La linterna de Velasco

La linterna de Ángel Velasco, desde el 20 de febrero de 2007 informando y opinando sobre el Real Valladolid

Los partidos, en frío

El Real Valladolid agoniza por los problemas de verano

En los empates que ha firmado el Real Valladolid está temporada está (o estaba) la salvación. Convertir tres de esas igualadas en victorias hubiera sido un golpe definitivo para que el equipo estuviera, a estas alturas, donde quiere. Sergio González asegurará que es una «deuda» del fútbol con el equipo cuando, en realidad, es una carencia de gestión de un vestuario que ha firmado este partido en varias ocasiones. Perder dos puntos tras hacer una buena primera parte y caerse en los segundos 45 minutos es un proceder conocido por este Pucela, de la misma forma que fue la dinámica que llevó a la derrota (1-2) ante el Granada CF.

Al equipo le falta regularidad y lo importante está en saber por qué le falta esa consistencia. Después de 32 partidos ligueros, éste es ya un equipo con poca capacidad y convencimiento para cambiar su realidad. El margen de mejora en el que creía hace unas pocas semanas ya no es un argumento para creer en una posible salvación. No es viable confiar desde ese punto de evolución porque pese a las jornadas pasadas, los entrenamientos realizados y los golpes sufridos, el equipo sigue teniendo la poca credibilidad en su juego y la falta de argumentos en sus respuestas de un equipo en formación.

Esa sensación de estar evolucionando y tener un margen de error ha sido el proceder del Real Valladolid durante toda la temporada. Siempre ha dado impresión de que el equipo iba a ir a más y que, con el tiempo, iba a tener controladas esas situaciones que en los meses de septiembre y octubre se le escapaban. El tiempo ha pasado y la realidad es la misma. Sin el fallo grotesco de Jordi Masip, la igualada ante el Cádiz CF tiene tintes similares del empate (1-1) en la primera jornada ante la Real Sociedad.

Bipolaridad blanquivioleta
En ese partido del mes de septiembre se vio a un Real Valladolid con fuerza y credibilidad ofensiva. En los primeros 45 minutos quiso vivir en campo rival, hacer una buena presión y ser vertical tras el robo. Generó ocasiones y tuvo la primera parte en los contextos que Sergio quería y que, en gran parte, demandaban los jugadores. Ocho meses después, la primera parte ante el Cádiz CF fue parecida. Dominio, control, creación de ocasiones y superioridad. Como en aquel duelo del 13 de septiembre, el descanso llegaba de forma rápida. El equipo quería más y el paso por vestuarios sentó muy mal.

Sin saber qué ocurrió en el descanso, la realidad en aquel encuentro ante los vascos y en el disputado ante los gaditanos es que el segundo tiempo se hizo largo a los pucelanos. No por una cuestión de goles encajados sino por el juego y los contextos que llevaron a esos goles. El análisis no se debe hacer por el hecho de cómo encajó el Real Valladolid ante las vascos y los andaluces. Lo importante es entender por qué encajó. Sergio dio terreno al entrenador rival. Éste también juega, es cierto, pero cuando los resultados y la dinámicas son siempre tan parecidas, el principal responsable es uno mismo y en esta ocasión es Sergio González.

Ya sea con unos jugadores o con otros, en una etapa de la temporada o en otra o, incluso, ante un rival u otro, la realidad pucelana dice que este equipo no sabe gestionar sus tendencias ni, tampoco, su potencial. El Real Valladolid y su entrenador no saben qué hacer para vivir fuertes en un partido largo y consistente. Sin explicaciones ni argumentos, las herramientas no aparecen ni en septiembre ni en noviembre. El que no las tiene, obviamente, se aleja por si solo de sus objetivos, tal y como está demostrado semana tras semana este débil y poco evolucionado Real Valladolid.

𝟭𝟵𝟴𝟴. 𝘗𝘦𝘳𝘪𝘰𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘦𝘱𝘰𝘳𝘵𝘪𝘷𝘰 𝘺 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦𝘯𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘜𝘌𝘍𝘈 𝘗𝘙𝘖. Creo que en el fútbol todo tiene el término apropiado y un porqué obligatorio. Por ello, desde 2007 llevo entrenando equipos y escribiendo sobre cómo entiendo este deporte