Algunas de las grandes necesidades y demandas del Real Valladolid en esta complicada temporada está siendo la contundencia y la regularidad. Son necesidades a partes iguales y exigencias que el equipo, por muchas jornadas que pasan, no consigue. Pese a la mejora de juego del equipo, los números son los que son y los blanquivioleta, por ejemplo, suman sólo una victoria en las últimas 13 jornadas. Nueve puntos de 39 posibles.
Profundizando más en los números del Real Valladolid, estos dicen que los de Sergio González sólo han sabido ganar al Getafe CF desde principios de diciembre. Haber conseguido ganar los seis puntos a un equipo como el de Pepe Bordalás es un éxito, sí, pero la situación pucelana es problemática y, por ello, hay que mirar a los matices que llevan a la situación actual. Los blanquivioleta están mal porque, a nivel global están carentes de ideas y cuando un equipo no tiene ideas es porque su entrenador no las tiene.
Sergio no muestra consistencia y de la misma forma que plasma un partido tan perfecto, en planificación, evolución e intervención, como el del Camp Nou, se muestra superado en un encuentro como el del Granada CF. Personalmente, tengo claro que el catalán es el gran responsable del rendimiento blanquivioleta ante los de Diego Martínez y, sobre todo, de la remontada nazarí en el tramo final del partido. Faltaron herramientas, sí, pero, también, ideas, respuestas y ambición.
El mejor arma de Sergio
Ante la visita del Granada CF, el Real Valladolid no perdió herramientas ni posibilidades, pero sí naturalidad. Sin la mejor arma de Sergio González ni la credencial que más y mejor define al entrenador catalán, el Real Valladolid perdió el equilibrio que había ganado en un duelo sin presión como el disputado ante el Fútbol Club Barcelona. Las expectativas ante los culés era unas y el equipo las cumplió. Por bajas o débiles, los de Sergio llegaron al mínimo en tierras catalanas. Con exigencia, necesidades y expectativas altas, claudicaron. Una vez más y con un entrenador decaído y superado.
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