Las declaraciones de Sergio González en la previa me llevaron a pensar que al Real Valladolid le sobraba el partido del Camp Nou. El enfoque de sus palabras me hacía ver que los pucelanos afrontaban la jornada 29 con la clara intención de pasar de puntillas, no verse limitado e intentar, como mucho, no ser superado con enorme superioridad. Tanto de juego como en el marcador. 90 minutos después, la sensación fue totalmente contraria porque los pucelanos firmaron un encuentro brillante, un duelo en el que Sergio González estuvo de ’10’.
Creyendo, que las ruedas de prensa son, también, parte del encuentro, las declaraciones posteriores de Sergio González son casi tan buenas como su propuesta y su dirección del encuentro. Si en la previa, no me gustó qué vendió el catalán ni cómo lo hizo, tras el duelo su comparecencia fue brillante. Tuvo todo aquello que necesitaba el Real Valladolid, no sólo futbolísticamente. Antes de esa comparecencia marcada por la polémica arbitral, el entrenador catalán firmó un gran planteamiento y su equipo, un enorme partido.
Horas antes del partido, en la cuenta de Twitter de The Coaches’ Voice leía unas declaraciones de Ricardo La Volpe, histórico entrenador argentino, en las que aseguraba que un entrenador puede «aportar un 20%, como mucho un 30%». Para él, el resto del fútbol «son los jugadores». Creyendo más o menos en esos porcentajes, cierto es que todo se puede mover por esos registros. Las de los entrenadores son aportaciones pequeñas pero determinantes, como se pudo ver en este duelo ante el Fútbol Club Barcelona y en el de la primera vuelta.
La visita del Real Valladolid al Camp Nou tuvo todo aquello que se pedía para la visita del equipo culé al Estadio José Zorrilla en el mes de diciembre. Hacer correr al rival a su espalda es una necesidad de cualquier rival para generar inseguridad pero el Pucela no lo consiguió porque Sergio González se vio maniatado desde el pitido inicial. La propuesta culé le sorprendió y le superó y, con todo, el Pucela hizo aguas. En esta ocasión, el equipo, muy mermado en posibilidades y efectivos, creó un plan, un efecto «espejo», que diría el propio Sergio, y superó en muchas fases al rival.
Incomodidad provocada
El Real Valladolid consiguió pequeños pero grandes objetivos durante el partido. Supo correr con balón, entendió qué debía hacer tras el robo y ejecutó a la perfección su plan. Éste, como cualquiera, tenía fisuras, pero la dirección de Sergio González hizo que el encuentro estuviera controlado. Ante un FC Barcelona sin necesidad de grandes posesiones, el Pucela hizo que los Ronald Koeman se sintieran incómodos. Sin poder correr ni tener velocidad de juego, el Real Valladolid estuvo cómodo por la inseguridad que generaba al rival.
Así, el duelo dejó lecturas positivas y cumple el principal objetivo que Sergio marcó en la previa. En unas declaraciones en las que el catalán ponía muchos obstáculos a la confianza y la ambición del Real Valladolid, el míster pucelano quería no verse debilitado por este duelo y lo consiguió. Volviendo a su naturalidad, tanto en el planteamiento del duelo como en las declaraciones posteriores, la visita al Camp Nou supone una inyección de moral para el equipo y de confianza sobre Sergio.