El mundo del fútbol está lleno de tópicos. Son frases hechas o estigmas, como los denomina Sergio González, que marcan cualquier análisis y que, a estas alturas, llevan, por ejemplo, a analizar que el Real Valladolid sólo depende de él para conseguir la salvación en LaLiga Santander. Para mí, es un error mayúsculo pensar que los pucelanos dependen sólo de su intención, de su evolución y de su rendimiento para conseguir el objetivo de la temporada. Hay mucho más detrás de diez partidos e, incluso, de un único duelo.
Analizar todo desde un único prisma ofrecerá un resultado pobre y un análisis tan contextualizado como escaso. Cualquier encuentro tiene muchos matices y muchos de ellos no dependen de uno mismo. Por ejemplo, la mala imagen del Real Valladolid en la derrota (1-0) ante el Deportivo Alavés no tiene como único responsable al equipo de Sergio González. Los pucelanos no perdieron en Vitoria y dejaron la peor sensación de la temporada por una cuestión actitudinal ni por desidia. Se vieron detalles futbolísticos que definieron el mal partido del equipo y que, en gran parte, se produjeron por aciertos del rival.
Los de Albelardo Fernández tuvieron peso en la victoria. No ganaron porque que el Real Valladolid estuviera mal, que también, sino, en parte, porque ellos supieron marcar detalles para que los pucelanos no estuvieran bien. En los últimos días estoy leyendo un libro que invita a analizar el fútbol desde «una visión compleja». Creyendo que este deporte es «inestable» y que la «incertidumbre es alta» en él por los múltiples factores que envuelven sus resultados, la fase final del Real Valladolid y los análisis de las 10 últimas jornadas de la temporada deben obligar a ese análisis «complejo» que invita a mirar más allá de uno mismo.
Depender de resultados
Que el Real Valladolid dependa de sus resultados para conseguir el objetivo de la salvación cuando restan sólo 10 partidos para el final es un gran objetivo conseguido, pero tras él llega una necesidad completa de entender qué queda, cómo se debe afrontar y desde dónde se debe analizar. Mirando al calendario, el Real Valladolid tiene un horizonte complejo. Los de Sergio González se deben enfrentar a siete equipos que están entre los diez primeros y sólo a un rival que, actualmente, está por debajo de él en la clasificación.
Sabiendo dónde está la principal exigencia pucelana para esta fase de la temporada, el análisis debe estar enfocado a ese objetivo pero, también, a los contextos de todos y cada uno de los partidos. Los propios y los ajenos. Dando por buena la pequeña pero importante fase de crecimiento del equipo en su juego y en su muestra de capacidad para responder a las exigencias del partido y a las transiciones ofensivas, los de Sergio González llegan a la fase más decisiva de la temporada dependiendo de sus resultados y partidos que no es lo mismo que de él mismo.
El Real Valladolid no depende de su acierto para conseguir la salvación. Ésta llegará por su éxito, por el fracaso del rival, por la evolución del equipo, por la aclimatación de los equipos a la posible vuelta de la afición a los estadios, por el acierto de los colegiados y por una infinidad de matices que condicionan cualquier análisis y cualquier objetivo que deberá ser amplio y concienzudo y nunca marcado por las excusas ni los tópicos.