Llegaba el minuto 70 de la victoria (2-1) del Real Valladolid sobre el Getafe CF este pasado fin de semana y Sergio González realizaba un triple cambio. La entrada conjunta de Fede San Emeterio, Míchel Herrero y Kenan Kodro fue la primera y gran intervención de Sergio González en el duelo. El partido se había inclinado hacia la portería de Roberto Jiménez y el equipo pucelano necesitaba una variación en la propuesta. Ésta llegó, es cierto, pero sin las herramientas ni el resultado que el partido, muy posiblemente, pedía.
Sergio refrescó el centro del campo con la variación total del doble pivote y actualizó el frente ofensivo con el cambio de cromos entre el ‘3’ y Sergi Guardiola. La idea era la misma y las sensaciones, obviamente, también. Sin tocar nada en el esquema ni en la propuesta, lo ofrecido por el Real Valladolid fue lo mismo en los últimos 20 minutos de la segunda parte que en los primeros 25. Analizando en frío el encuentro y sabiendo que la situación pide leer más allá de los tres puntos, la dinámica del partido y las necesidades que tenía el Real Valladolid me llevan a preguntarme por qué Sergio González ha olvidado la figura de un mediapunta o de un segundo punta.
La opción de firmar un cuarto delantero siempre ha sido una idea descartada por Sergio González. Lo hizo en el verano de 2019 y lo hizo en el 2020. Hace unos meses su seguridad para descartar una cuarta pieza ofensiva fue más rotunda al contar con varios jugadores que le podían dar la variante de jugar por detrás de un ‘9’. Fabián Orellana, Óscar Plano, Toni Villa o, incluso, Kike Pérez, pueden ejercer esa demarcación pero ésta es una variante que está olvidada en la respuesta del equipo durante los duelos.
Respuestas con respuestas
Si bien en la derrota (0-1) ante el Real Madrid, Sergio apostó por Kike Pérez entre líneas, este sábado y en otros tantos encuentros, el entrenador catalán ha descartado el perfil de jugadores de segunda línea como respuesta a las dinámicas de los encuentros, siendo esta idea algo incomprensible para mí. En partidos como el vivido ante el Getafe CF, en los que es el rival el que tiene el control de la situación y el que somete a los pucelanos, el Real Valladolid necesita de un jugador con descaro e individualismo para sacar al equipo de su campo.
Una conducción o una acción individual ayudaría a que el Real Valladolid se despojara del miedo y de la sensación de agobio pero el enfoque, muy posiblemente es equivocado. Ante los de Pepe Bordalás y en otros encuentros, el Real Valladolid equivoca el hecho de jugar con dos puntas con la necesidad de llegar arriba. Pese a que con dos referencias ofensivas el equipo posee dos jugadores sobre los que crear, determinados partidos en los que el equipo carece de respuestas, ideas y frescura piden un jugador y una demarcación con capacidad para crear.
Ahí, un segundo delantero o un mediapunta fresco y con carisma, dotes individuales y posibilidad de liderar acciones ofensivas desde zonas lejanas al área rival ofrecería mucho a un Real Valladolid carente de ideas y respuestas en el terreno de juego por la búsqueda de un esquema y una idea que, en muchas ocasiones, es idéntica, tanto en el inicio como en el avance del encuentro.
