Creyendo que el principal problema que tiene el Real Valladolid con las acciones a balón parado no es puramente futbolístico y sí psicológico, el fútbol tiene unos principios para estas acciones que se deben analizar y que, muy posiblemente, lleven a ver, más allá del convencimiento blanquivioleta en estas acciones, los problemas y las carencias del equipo en situaciones que, sin ir más lejos, han privado al equipo de sumar tres puntos en las últimas dos jornadas.

En la derrota (0-1) ante el Real Madrid y en el empate (1-1) ante el RC Cleta de Vigo, los pucelanos encajaron en acciones casi idénticas y son situaciones que se vienen repitiendo desde que Sergio González es entrenador del Real Valladolid. El pasado martes, en la tertulia de Radio Marca Valladolid, aseguré que éste era un problema que los pucelanos tenían desde antes, incluso, de la llegada del entrenador catalán. Nunca se solucionó y nunca se ha mejorado sobre una base que este año está siendo más señalada al no tener el sustento de los resultados.

Repasar los goles encajados, por ejemplo, en el estreno liguero ante la Real Sociedad y el anotado por Sandro Ramírez en el duelo en el Estadio de El Alcoraz muestran las carencias y la contundencia de un equipo que siempre ha tenido estos problemas. En el cuarto encuentro de Sergio González como entrenador blanquivioleta, un tanto similar al de Jeison Murillo privó al equipo de dos importantes puntos. Desde entonces, el equipo ha ido solventando sus diferentes situaciones pero no sin limitaciones ni dudas en aspectos defensivos del balón parado.

Falta de contundencia
Ahora, con el tema más caliente que nunca, es cuestión de ver los principios básicos de una acción a balón parado y analizar de dónde pueden venir los problemas pucelanos. Partiendo de la idea de que no hay una forma única ni mágica de defender estas acciones y que cualquier apuesta lleva su riesgo, para entender estas jugadas se deben analizar diferentes aspectos que son determinantes y que pueden definir por qué el Real Valladolid no es contundente en este tipo de acciones o, incluso, por qué da igual quién sea el portero.

En la comparecencia de este martes, Roberto Jiménez ha asegurado que su idea inicial en la acción era despejar el balón «fuera donde fuera», pero el miedo y la falta de confianza generó que el paso fuera hacia atrás y no en hacia delante. En otra situación grupal y individual, el cancerbero hubiera solucionado la acción con cierta personalidad y descaro, aquéllo que no consiguió en una situación sobre la que hay que mirar a diferentes aspectos.

El orden de los principios no altera mucho el producto siempre que tengas una idea estructura, trabajada, pulida y detallada. En uno de estos dos últimos términos está el problema actual del Real Valladolid. La forma de defender el balón parado no está pulida o no se ha detallado con el cambio de jugadores. Con todo, y analizando los principios, se pueden debatir mucho dónde están los problemas del Pucela. Siempre serán subjetivos porque el balón parado, como cualquier modelo de juego, tiene una parte individual y de gustos determinante.

Múltiples preguntas
A mí, personalmente, no me gusta ver a un equipo dentro del área. Creo que limita su capacidad de reacción. De igual manera no me gusta defender en zona o de forma mixta. En mi opinión, se dan ciertas ventajas al rival para atacar la zona de remate. Con todo, creo que hay que analizar conceptos determinantes y que podemos estar olvidando en esta dramática situación blanquivioleta.

¿Son correctas las distancias existentes entre el balón y la línea? ¿Y entre el portero y la defensa? ¿Libra algún jugador en estas acciones? ¿Quién? ¿Cambia el equipo el tipo de defensa dependiendo de la trayectoria del balón? ¿Dónde coloca el Real Valladolid a los jugadores de más centímetros? ¿Y a lo que tienen el mayor porcentaje de éxito en duelo aéreos? ¿Los porteros pucelanos tienen condiciones muy diferentes para defender estas acciones? Estas y otras preguntas son las que pueden resolver el problema blanquivioleta en el balón parado, algo que está por encima de los gustos individuales. Mendilibar, por ejemplo, defendía fuera y encajaba. Sergio defiende dentro y encaja. La cuestión no es dónde; es cómo y con quién.