Es complicado comentar un partido en caliente. Uno de los mayores elogios que, por mi parte, debe recibir un entrenador es el del análisis de las ruedas de prensa tras el partido. Comparecer ante los medios de comunicación y tus aficionados sólo 10 o 15 minutos después del partido es una tarea complicada para que los propios entrenadores se preparan. En mi caso, opinar sobre un encuentro en caliente es complicado y más si en él hay una jugada decisiva como la de Jeison Murillo. El gol encajado por el Real Valladolid con el tiempo cumplido marca el resultado y la sensación, pero no debería hacerlo con el análisis.
El Real Valladolid ha perdido una importante oportunidad en Vigo, sí, pero, por el contrario, ha dejado unas sensaciones diferentes. Cierto es que el partido no es perfecto ni contiene ningún adjetivo que se le parezca o que sea sinónimo pero sí que deja un equipo equilibrado y evolutivo. Los 90 minutos me dejan la sensación de ver brotes verdes en un equipo que comenzó bien el duelo y que consiguió superarse tras un mal momento. El inicio de la segunda parte fue local pero, tras ello, el Pucela consiguió volver a inclinar la balanza. Los pucelanos se hicieron con el control y con las ocasiones y el campo vigués era más transitado que el pucelano.
La sensación era buena y es ella la que debe prevalecer en el análisis del equipo. Creyendo que el mayor éxito de una situación está en el proceso de adaptación, el Real Valladolid se debe adecuar a la competición en la que está. La actual edición de LaLiga Santander está siendo muy pobre. Pese a los tristes números del equipo, unidos a las malas sensaciones de juego, el Real Valladolid no es que esté vivo, es que está en la pelea. Los de Sergio no están a más de un partido del objetivo y es por ello que, superada la dolencia del gol encajado, el análisis no es malo.
Nueva oportunidad
La personalidad en determinados momentos, la victoria en diferentes segundas jugadas y en balones divididos y la agresividad para el robo y tras el robo hacen que el grueso duro del partido sea positivo. Obviamente, el tanto de Jeison Murillo limita lo conseguido pero no lo ofrecido. Con todo, he visto brotes verdes en el equipo. Pese a ser la jornada 25, el análisis no debe ser del todo malo. No lo debe ser porque el equipo no está descolgado y porque sus carencias, de momento, no le están matando. Sigue habiendo tiempo y margen.
El Real Valladolid tiene que disputar 13 partidos para saber cuál es su futuro. Muy posiblemente, en otros momentos el equipo estaría ya sentenciado, pero el Pucela vive en una competición que está dejando constantes oportunidades. Por ello, el problema sigue existiendo pero no es final. Pese al paso de las jornadas, la situación puede ser similar al principio de temporada porque el equipo sigue alternando estar dentro del objetivo y no. Con y por ello, la mejora futbolística debe seguir siendo el principal objetivo de un equipo que ante el Getafe CF y en Zorrilla se jugará demostrar si lo de Vigo son brotes verdes y mejoría o, simplemente, humo que tapa la realidad pucelana.