El Athletic Club es el campeón de la Supercopa de España y tanto el equipo rojiblanco como su entrenador, Marcelino García Toral, son nombres destacados de la actualidad del fútbol español. Lejos de ser aspectos que marquen la actualidad del Real Valladolid, ambos sí que resumen un término y un camino que define el proceder del fútbol y el motor de evolución que éste tiene. Lejos de poder aceptar un análisis resultadista sin entender que detrás hay un cómo, la gestión que desde el Estadio de San Mamés se ha hecho del cambio de entrenador tiene un fondo futbolístico.
¿Por qué el Athletic cambia de entrenador? Parece ilógico viendo que se hizo después de una victoria y analizando los resultados del equipo con el ex entrenador pucelano. Gaizka Garitano fue destituido del Athletic Club después de coger al equipo en descenso y salvarlo, conseguir una final de Copa del Rey y una digna undécima plaza en su primera temporada completa y sumar un tercio de victorias en lo que llevaba de esta temporada. A nivel numérico, el de Derio merecía seguir pero lejos de tomar una decisión por los números, el club vasco analizó el potencial del equipo y la forma en la que éste se estaba aprovechando. Ahí se veía una diferencia importante de cualidades y rendimiento y se tomó una decisión determinante.
En Bilbao se cambió de entrenador porque se creía que el equipo tenía para más, que no tiene nada que ver con mejor. No era una cuestión de estilo, era de imagen. Ésta es el aprovechamiento de los recursos que uno tiene y que no siempre se consigue. Pese a llevar al Athletic Club a una final de Copa histórica, desde el club rojiblanco se entendía que su mensaje ya no convencía y que su propuesta ya no era la mejor para el equipo. Garitano vivía más pendiente de adaptar el equipo a sus ideas que adaptarse él al momento de sus jugadores. Bajo criterios subjetivos se tomó una decisión que, a corto plazo, ha dado resultados. Es pronto para saber si el cambio es fructífero pero parece que los vascos han dado un cambio al equipo por buscar cómo pueden rendir mejor sus jugadores.
Fundamento futbolístico
El cómo no es jugar bonito ni, tampoco, dar 30 pases para llegar al área rival. El cómo no lo inventó Pep Guardiola. Adecuarse a lo que uno tiene y potenciar la mejor versión de cada jugador es una obligación en el fútbol para estar más cerca de los objetivos que cada club tiene. Eso es una parte de cómo se gana. Entrando ya en el Real Valladolid, éste tiene que conseguir este año la salvación. Sería el tercer objetivo consecutivo en LaLiga Santander que sólo podría ser visto como un éxito si muchos de los jugadores utilizados y los llegados este verano terminan siendo mejores y más determinantes de los que se fueron.
Si Roque Mesa sigue por el camino marcado en las últimas semanas, si Luis Pérez aumenta la solvencia de sus recientes titularidades, si Shon Weissman consigue que el equipo viva en campo contrario y si, por ejemplo, Kike Pérez consigue ser regular en sus dotes de dominio y verticalidad, el éxito se unirá al objetivo. Todo ganará en fuerza porque con lo conseguido se habrá generado una base para un crecimiento mayor. El cómo habrá ayudado a potenciar el proyecto del Real Valladolid desde victorias con un fundamento futbolístico tan alto como las del Athletic Club en la Supercopa.
Un análisis resultadista hará ver que Marcelino García Toral consiguió un título en sus primeras semanas en San Mamés. El resultadismo dirá que el Athletic y el asturiano son felices, pero un análisis en el que se analice el cómo te explicará qué ha conseguido el equipo, qué ha ofrecido para ganar y cómo y desde dónde lo puede ampliar, mejorar y prolongar. Ese cómo es vital en el fútbol y Sergio debe trabajar en él. Desde los entrenamientos o desde la competición, donde él más cómodo se siente, el Real Valladolid debe explotar todo su potencial. Es la forma más práctica de conseguir un éxito y no sólo un objetivo y el catalán, estoy convencido, está capacitado para conseguirlo, entre otros aspectos, porque tiene mucha materia prima a la que exigir.