Sergio González siempre ha sido y es un entrenador que deja pocos titulares en sus rueda de prensa. Le gusta pasar de puntillas por las comparecencias aunque, tras la derrota (0-1) ante el Valencia CF estuvo rotundo. «Ya le he dicho a los jugadores que es una oportunidad perdida», aseguraba el preparador catalán. Es cierto, el Real Valladolid perdía en la penúltima jornada de la primera vuelta cuando parecía haber conseguido el punto de inflexión en Getafe. Tras aquella victoria (0-1) ante los pucelanos, existían todos los ingredientes para el cambio de tendencia pero nada más lejos de la realidad en el encuentro más inmediato.
En un partido con un Real Valladolid desequilibrado en el centro del campo desde el primer momento y con, posiblemente, una mala lectura de Sergio González al retirar a Kike Pérez en el minuto 70 cuando el equipo pedía mayor control y no más presencia en ataque, el Pucela no estuvo bien. No entendió cuál era el camino y, posiblemente, no supo potenciar las herramientas con las que llegaba. Entendiendo que lo conseguido en el Coliseum Alfonso Pérez era una inyección de moral muy alta, el encuentro no tuvo personalidad blanquivioleta.
A un equipo que vive en horas altas se le puede pedir más y mejor. En registros y en formas, el duelo ante el Valencia CF exigía un Pucela con otra tendencia, con otra personalidad y con otro carisma. Después de haber conseguido aquéllo que pedía el grupo y el proyecto, el equipo debía haber mostrado más en los primeros 15 minutos. Tomar el control del partido y tener intención de mandar era la gran responsabilidad del partido y los de Sergio González no lo hicieron.
Inicialmente fue por una cuestión de fútbol y una preocupante falta de adaptación del cuerpo técnico al partido. Reconociendo que había «mecanismos» del rival que no esperaban, Sergio aseguró que no fue hasta el descanso cuando el equipo los corrigió. Sin entender por qué no se matizó al equipo en ese «directo» que tanto menciona el catalán, la inercia ya estaba perdida y el Real Valladolid estaba por detrás del Valencia CF en propuesta y personalidad. El marcador seguía igual al inicio de los segundos 45 minutos pero la realidad es que los de Javi Gracia ya tenían el partido donde ellos querían.
Adaptación a la realidad
Consiguiendo dominar el encuentro desde pequeños detalles, el conjunto visitante hizo aquéllo que debía haber conseguido el Real Valladolid. Pese a que los valencianistas llegaban a Zorrilla en un estado anímico totalmente contrario a los pucelanos, fueron ellos los que tuvieron personalidad para creer cuál era su partido. Centrándose en sus posibilidades y no señalando en exceso las virtudes del rival, Gracia consiguió ganar los detalles y con ellos los tres puntos. El encentro fue muy igualado y sólo pequeñas fracciones hicieron que los pucelanos cayeran derrotados. Lo hicieron por merecimiento y por una falta de personalidad que está entre el discurso previo de Sergio González y el miedo al nombre que no a la realidad del rival.
Ese miedo a un rival venido a menos marcaría un encuentro de imprecisiones y errores en el que el equipo más adaptado a su realidad, positiva o negativa, se llevó la victoria por creer que podía hacerlo. Entre la derrota, el cómo y la expectativa creada para el duelo, el golpe que sufre el Real Valladolid es importante y lo es por la falta de personalidad mostrada en un duelo que lo tenía todo pero que no recibió casi nada por parte local. Tanto como para Sergio hablase de «oportunidad perdida». Gran oportunidad perdida.