Era el punto de inflexión. No había duda. Se dijo en caliente, en frío e, incluso, tras el partido de Copa del Rey en Marbella, cuando otros jugadores muy diferentes consiguieron la clasificación. Lo que el Real Valladolid consiguió con la victoria en Getafe era el golpe sobre la mesa que el equipo necesitaba. Por el cómo y por los protagonistas que lo firmaban, los tres puntos del Coliseum eran capitales porque eran lo que los pucelanos pedían para terminar de arrancar y dejar atrás lo vivido en el inicio de temporada.
Tras lo conseguido ante el equipo de Pepe Bordalás, el Real Valladolid ha vivido ocho días de profundo análisis y merecidos elogios. El buen rendimiento del equipo y de ciertos jugadores elevó la mirada sobre qué había conseguido el equipo y, también, las expectativas que se generaban. En esta ocasión, los halagos y los elogios tras Getafe no debilitaron al equipo de Sergio González, como se dice en muchas ocasiones, pero sí que le llevaron a una expectativa que el equipo no ha sabido mantener ante el Valencia CF. Ante un rival con calidad pero no de calidad, los pucelanos han estado imprecisos durante los 90 minutos y por ahí se entiende la derrota y la «oportunidad perdida» que hasta Sergio ha confirmado tras el partido.
Si bien Kike Pérez y Roque Mesa fueron los que comandaron la última victoria liguera, ante los de Javi Gracia fueron los que hicieron que el equipo no pudiera tener el control. Con mucha libertad en la búsqueda de superioridades, tanto el ‘8’ como el ’17’, no equilibraban al Real Valladolid y éste se rompía. Creyendo siempre que el equipo que más y busca el partido y mejor lo entiende es aquel que realiza el primer tiro a puerta, comete la primera falta y crea la primera sensación de peligro, el duelo fue valencianista.
Un punto más
Pese a lo igualado que ha estado el encuentro, el Valencia siempre ha dado la impresión de ir un paso por delante del Real Valladolid. Esa sensación ha llegado porque el Pucela pareció entrar tarde al encuentro y porque no tuvo una respuesta completa a lo que se fue encontrando. Quizás ésta hubiera sido la versión blanquivioleta de otras semanas pero es que éste era el duelo para no fallar y para confirmar que lo de Getafe era el punto de inflexión y que sus creadores, los protagonistas. Elevando la expectativa, el golpe es mayor y lo es por la ausencia de regularidad del equipo, aquélla que imposibilita ese «equilibrio» que tanto pide Sergio González.
El entrenador catalán quiere que el análisis sobre su equipo sea equilibrado pero debe entender que tras elevar las expectativas como se hizo, de forma merecida, en el Coliseum Alfonso Pérez, el golpe de perder un encuentro en el que no has sido muy inferior, pero en el que no ha conseguido imponer el estilo de ocho días atrás, es un mazazo. Lo es porque como asegura @OscarGMotos, «cuando más ilusión genera más grande es la decepción». Este Real Valladolid había ilusionado en su camino, aquel que debe seguir trabajando para ser regular y así, equilibrado.