Se tomó como un punto de humor pero, personalmente, no me hizo mucha gracia que antes de la victoria (2-1) ante el Athletic Club Sergio González confesara que se había eliminado del móvil la aplicación de Twitter. Puede parecer una tontería y, quizás, la sea, pero ese detalle me habla de una influencia del entorno sobre las decisiones del entrenador, algo impropio del fútbol profesional. Esas semanas fueron complicadas para el preparador del Real Valladolid y él prefirió tener la «cabeza limpia» antes de un duelo determinante. Fue una etapa complicada porque el propio Sergio había perdido su esencia.
Desde que el Real Valladolid está en LaLiga Santander el mayor éxito que tiene el catalán es el de la naturalidad, aquélla que había perdido en el inicio de esta temporada. La falta de resultados y la ansiedad por conseguir victorias llevaron al cuerpo técnico a buscar un atajo de complicada justificación. Sergio se equivocó en cómo gestionó esas semanas. Perdió su esencia y su filosofía y el equipo lo notó.
Fue una fase de decisiones incomprensibles y gestiones muy cuestionables que llevaron al equipo y al propio entrenador al límite. Acompañado y reforzado, inicialmente, por los resultados, las decisiones del catalán han recuperado su esencia en las últimas semanas. Desde ellas se entienden los últimos marcadores obtenidos, el cómo se han firmado y quién lo ha conseguido.
En Granada, ante el Club Atlético Osasuna y en el Estadio Sánchez Pizjuán, el Real Valladolid que se ha visto es una evolutiva versión de un equipo natural. Si el equipo debía suplir a Joaquín Fernández con un Jawad El Yamiq que había ofrecido dudas hasta la fecha, se hacía. Si el planteamiento pedía dejar en el banquillo a Rubén Alcaraz, se ejecutaba. Si ya con el duelo empezado, el equipo necesitaba los cinco cambios, se firmaban. No se miraba atrás y se tomaban todas las decisiones que el equipo pedía. No se ponía venda al análisis y se ejecutaban las decisiones que el partido pedía.
Si el duelo necesitaba a Míchel Herrero en el terreno de juego, Sergio le daba entrada. Empatar en el Pizjuán fue una cuestión de confianza y naturalidad. Conociendo cada día más al vestuario, el entrenador blanquivioleta ha podido recuperar su filosofía y volver a apostar por esa esencia que le ha llevado a conseguir los dos objetivos del Club en las dos temporadas completas que firma en LaLiga Santander.
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