Era lógico que muchas de las decisiones de Sergio González en el duelo ante el Villarreal CF iban a traer cola. Era cuestión de tiempo que los protagonistas hablasen. Era esperado pero, posiblemente, no tan educado como lo ha hecho Roberto Jiiménez, un cancerbero de 34 años, 143 partidos en LaLiga Santander y experiencia en cuatro ligas europeas. Con todo, el ’13’ blanquivioleta sabe cómo funciona el fútbol y cuáles son los motivos de las decisiones en una posición «tan sensible» como es la de portero.
Pudiendo aprobar más o menos las palabras de Roberto, el cancerbero madrileño ha estado perfecto en el tono y en las formas. Eso es innegable. Sabiendo que no es «una rueda de prensa sencilla», como él mismo ha reconocido, el tono de voz del portero no ha sido este viernes el habitual. No ha sido, ni mucho menos, el de su anterior rueda de prensa en Zorrilla o aquélla con la que fue presentado. Confirmando desde el primer que la suplencia ante el Villarreal CF era «una decisión que no esperaba después de un buen rendimiento», el golpe es duro, tanto como para dejar a un lado cuestiones tan determinantes como la profesionalidad o el compañerismo.
Con la experiencia de Roberto, los importantes cambios que ha tenido el cancerbero en su carrera y los altibajos con los que ha convivido, la situación es compleja para él y para el equipo. El momento que vive el vestuario no es sencilla, aunque la explicación sí lo es y es la misma que Sergio González ya aseguró hace dos temporadas. Para el entrenador del Real Valladolid, Jordi Masip es su portero. Punto. No hay más lectura y no es por lo que ha decidido con Roberto Jiménez sino, también, por cómo gestionó hace dos temporadas las dos titularidades de Yoel Rodríguez.
Independientemente del error del portero gallego ante el Deportivo Alavés, la titularidad del actual cancerbero de la Sociedad Deportiva Éibar era testimonial. Lo sabían Sergio y Masip y lo asumió Yoel. Ratificando en el momento más complicado para Masip estos galones del catalán, la situación que se genera es complicada. Pese a las preferencias de cualquier entrenador, lo que deben mandar son los rendimientos. Gusten más o menos los jugadores, como es el caso de Roberto, el madrileño estaba bien y dejar de contar con él es un mensaje muy negativo para el equipo y su futuro.
Tendencia global muy peligrosa
De la misma forma que creo que no manda un buen mensaje de la imagen de Sergio, la calidad del día a día se resiente por gestiones así. «La competencia se diluye», ha asegurado Roberto, y es verdad. En otras palabras, Roberto sabe que su aportación diaria no vale. Da igual lo que haga. Esté bien o mal, jugará Masip. Lo hará porque las sensaciones de Sergio así lo dirán. Éstas son las que marcan las decisiones pero, también, las que utiliza el entrenador para justificar sus respuestas y medidas. «Dar una explicación tampoco era sencillo para él», ha asegurado Roberto, y es otra verdad absoluta del ’13’.
Justificar la suplencia de uno de los mejores jugadores del inicio de temporada por criterios tan subjetivos como hizo Sergio pude ser visto como una parte de su trabajo. Lo es, pero que estos argumentos sean tan vagos como los utilizados dejan en mal lugar al entrenador, al equipo y a su futuro competitividad en el día a día. Siempre he pensado que el fútbol no se mueve por criterios de rendimiento y de esfuerzo en el día a día o en los partidos.
El fútbol se mueve por gustos y afinidades que, en muchas ocasiones, potencian los estados de forma y la confianza pero, también, ciertos estancamientos y encasillamientos. Sergio, que sabe «como funciona el fútbol», como muchas veces ha confesado, lo sabe. Roberto Jiménez, también, y ahora ya no duda de que la ventaja inicial de Masip es ya insalvable con Sergio en el banquillo. ¿La será en otras posiciones del terreno de juego y con otros futbolistas?