El Real Valladolid gana y yo me alegro. El Real Valladolid pierde y a mí me jode. Literalmente. Ver no ganar al Pucela de Sergio González no me gusta, obviamente. Como me ocurría con el de Luis César Sampedro, el de Miguel Ángel Portugal, el de Juan Ignacio Martínez o el de Paco Herrera. Ratificando, como ya defendí, que no creo en barcos en los que yo podría llevar más años que todos los jugadores actuales en la profesión, el análisis de la victoria (2-1) ante el Athletic Club debe ser profundo. En contexto resultadista, el Pucela gana y los problemas se terminan. En contexto futbolístico, no. Estos pueden desaparecer pero, quizás, a medio plazo. A corto plazo, no. Ni mucho menos.
Viendo los 90 minutos del partido, los problemas del Real Valladolid son los mismos. Con victorias, empates o derrotas, el equipo tiene carencias que no mejoran y que le van a hacer sufrir mucho. Con todo ello, Sergio González y los suyos deben entender qué es lo que han conseguido en este partido. Han firmado tres puntos pero, muy posiblemente, no el camino. Por suerte, el partido ofrece la titularidad de Marcos André. El ’16’ es el jugador sobre el que apostar en las próximas jornadas. Tiene lo que el Pucela necesita. Que tras su recuperación haya sumado más minutos en el banquillo que en el campo es una muestra de por qué el equipo está como está. En cualquier contexto.
Pese a la presencia del brasileño, que liberó mucho al equipo, la sensación que me deja el partido es simple: una bola extra por el resultado. Es una gota más de confianza para el equipo y para el entrenador. Nada más. Como titulo en la crónica de ElDesmarque Valladolid, ‘Marcos André da una bola extra a Sergio González’, pero nada más. El encuentro apenas ofrece unos pobres argumentos para ver una mejora. Detalles de intención y garra en el inicio del partido que se terminaron cuando Fabián Orellana aprovechó el primer regalo de Unai Simón.
Sin respuestas
Con un plan inicial muy definido, el directo volvió a sorprender al Real Valladolid y a Sergio González. El encuentro se hizo largo por la gestión de la plantilla y de los cambios. Resulta sorprendente ver que jugadores que quieren y necesitan el balón, como Toni Villa o João Filipe e, incluso, Kike Pérez o Míchel Herrero, no entraran al terreno de juego. Para mí, es incompresible que el Real Valladolid de Sergio no tenga iniciativa para cambiar el partido y sólo sepa vivir a merced de los cambios y alternativas de juego del rival.
Da la sensación de que este Real Valladolid y su entrenador son poco volátiles y amoldables. Siéndolo, parece incomprensible que el sustituto de Fabián Orellana sea Waldo Rubio en un encuentro que necesita control y dominio de balón. El Pucela necesitaba una conducción larga y un control de balón que no tuvo con el marcador a favor y que confirma que, pese a llegar la primera victoria de la temporada, los problemas son los mismos, aquéllos que llevarán al equipo a LaLiga SmartBank si no se asumen, se trabajan y se solucionan todas esas carencias de propuesta, personalidad y carisma.