En muchas ocasiones se define un mal partido de un equipo como la «inmolación» del mismo. El Real Valladolid, por ejemplo, se «inmoló» en la derrota (1-2) ante la Sociedad Deportiva Éibar al verse superado por un equipo con 10 y no sólo por el resultado. De la misma forma le pasó, aunque por otras credenciales, con el Deportivo Alavés. El Pucela no supo estar a la altura del partido ni de las exigencias y cayó con merecimiento ante los de Pablo Machín. En esta ocasión, y en el importante duelo ante el Villarreal CF, el que se inmoló no fue el equipo, fue Sergio González.
La alineación titular ofrecida ante el equipo pucelano para la octava jornada liguera mostraba una imposición de ideas de un entrenador perdido. Sin más. Sergio González no sabe qué quiere actualmente, siendo, simplemente, el gran problema del equipo. En las tres últimas temporadas, el catalán ha sido determinante para los objetivos pucelanos. Dando un aire fresco tras su llegada, la pasada temporada fue el gran gestor que necesitaba el equipo tras el confinamiento. El Real Valladolid se salvó y él tuvo mucho peso. Gestionó bien al equipo, todo lo contrario que en este momento.
Tengo claro, con todo, que Sergio González es el principal problema del Real Valladolid actualmente. Principalmente porque creo en la capacidad del equipo y en su potencial. Confío en los activos firmados y en los cambios realizados este verano. Yo, sí; él, no. Sergio González no cree en lo que tiene y, actualmente, la única solución pasa por el cambio de entrenador. Jamás he creído tan rotundamente que un cambio era necesario en el Real Valladolid. Son ya muchos años opinando del Real Valladolid y sólo con Miguel Ángel Portugal tenía tan claro que el Club debía tomar una medida.
Más allá de los resultados
El problema de este equipo no es de resultados. Con tres puntos de 24 y sin victorias en ocho jornadas, la principal carencia pucelana no es puntos. Pensarlo sólo sonroja al vislumbrar cuántos y cuáles son las grandes limitaciones del equipo. Actualmente, el Pucela no tiene ideas ni respuestas. El Real Valladolid está roto, sin más. Lo está porque su entrenador se ha perdido. No ha sabido qué hacer ni cómo gestionarlo y jamás ha ofrecido soluciones. No ha conseguido cambiar el guión y ha deseado volver a lo que en otro momento le fue bien.
La gestión de la derrota ante la Sociedad Deportiva Éibar ha sentenciado a un Sergio González sin respuestas ni ideas para esta situación y exigencia. Si tras la primera parte firmada por el equipo en el Estadio de la Cerámica la respuesta y la propuesta es cambiar el lateral derecho para apostar por un jugador fuera de ritmo, confianza y posición, se confirma que el entrenador está perdido y, por lo tanto, el equipo. Así, la decisión, que no solución, está clara o el final, cercano.