Cualquier comparecencia de Sergio González es sinónimo de escuchar al entrenador blanquivioleta lamentarse por las dificultades que tiene en encontrar la sinergia defensiva que le haga crecer. Las lesiones y molestias de Javi Sánchez, los errores groseros de Bruno González, la poca regularidad de Joaquín Fernández y la falta de aclimatación de Jawad El Yamiq están pesando a un equipo que ha encajado en las siete jornadas disputadas de LaLiga Santander. El Pucela no ha conseguido dejar la puerta a cero y ha encajado un total de 11 goles. Visualmente, el problema está localizado. Estructuralmente, no. Ni mucho menos.
Es cierto que los de Sergio González firman el peor inicio de las tres temporadas en la élite en lo que a goles recibidos se refiere pero, también, en goles anotados. El Real Valladolid no está pudiendo conseguir esa sinergia, unión y equilibrio desde la defensa pero, a la vez, se confirma que no lo está consiguiendo en el contexto ofensivo. Cambios de sistemas, variaciones importantes en demarcaciones, entradas y salidas del once titular… La gestión de la parcela ofensiva en el Real Valladolid está siendo muy cuestionable y define, en gran parte, los problemas de juego que tiene el equipo.
Tan preocupante es ver que el Real Valladolid no deja la portería a cera como presenciar las carencias pucelanas para crear ocasiones y las limitaciones para hacer goles. En tres de los siete partidos disputados, los de Sergio González han estado con la pólvora mojada, dejando la cifra de anotar un gol cada 126 minutos. Bajo este prisma se localizan los problemas del pobre momento blanquivioleta, que vive colista y con enormes y constantes problemas en todas sus líneas y frentes.
Un problema global
Individualmente, el Real Valladolid está mal y, personalmente, creo que a nivel ofensivo es por un problema de confianza de Sergio en determinados jugadores. Entiendo que cuando se cree en lo que tiene se apuesta firmemente por él y Sergio no lo está haciendo. Ya no por los cambios de esquema sino por la variación de protagonistas. ¿Qué pasa por Pablo Hervías? ¿Por qué Waldo Rubio jugó de extremo derecho en Huesca y, posteriormente, ni jugó ante el Deportivo Alavés? ¿Por qué Toni, que estuvo en la puerta de salida, intercambia juego exterior con interior y es ahora indiscutible?
Creo que Sergio González esta, al 50%, entre perdido y bloqueado. Quiere un resultado pero no sabe cómo conseguirlo. No da con la clave de su equipo y no comprende por quién debe apostar ni dónde. Así, y como ya ocurriese en el final de Luis César Sampedro, Sergio toca piezas. Lo hace con un sentido y una idea pero sin una lógica competitiva. Es imposible que un jugador esté en su mejor nivel si no tiene una demarcación fija y un rol determinado. Actualmente, un futbolista puede estar en la grada los 90 minutos pero, seis días después, ser titular en una demarcación para, una jornada después, variar su puesto.
No hay lógica, no hay estructura y no hay base. El Real Valladolid está perdido. En ataque y en defensa. Sin su «sinergia» en los centrales, Sergio ha probado cinco parejas de referencias ofensivas en dos formaciones diferentes sólo desde el once inicial. Sin cambios, el Pucela no ha tenido regularidad en su propuesta. Sin ella es difícil no sólo no conseguir resultados sino dar con la clave del frente ofensivo. Sin potenciar las posibilidades de mejor rendimiento de cada jugador, el Pucela está sentenciado. No por una cuestión defensiva sino estructural y de liderazgo.