Fue una lástima y un tremendo error que Sergio González va a lamentar. La comparecencia del entrenador catalán previa a la visita ante la Sociedad Deportiva Huesca fue el inicio del fin de su etapa en el Estadio José Zorrilla. Pasados ya 10 días desde aquella comparecencia, mi pregunta sigue siendo la misma: ¿Por qué? Sigo sin entender qué le llevo a esa comparecencia, a ese cambio de guión, a esa variación de expectativas y a esa innecesaria versión resultadista.
No es sólo una cuestión personal sino de la identidad que necesita cualquier equipo. Creo que Sergio pensó que el cómo y el qué iban separados cuando, en realidad, sabe que están muy unidos. No es cuestión de hacerlo «bien» o «bonito» es cuestión de hacerlo de forma regular, constante y segura. El Real Valladolid en las primeras cinco jornadas tenía dos de estos tres términos pero verse colista, derrumbó a Sergio. La temporada pasada, tras la salvación, el catalán sacó pecho después de que el equipo no hubiese estado nunca en zona de descenso. Uno de sus principales baluartes se había caído muy pronto y el ex líder de el equipo se derrumbó.
Viéndose en esa zona peligrosa, en lugar de ser consecuente y creer en su trabajo, el camino más costoso pero, quizás, no el más largo, Sergio quiso hacer lo más sencillo, que no siempre es lo mejor. Atajó y se equivocó. Quiso ver en una victoria la solución a todos los problemas y lo que ha conseguido es romper al grupo y su posible evolución. El Real Valladolid está descentrado y lo demuestran sus dos últimos partidos. Ante la Sociedad Deportiva Huesca y el Deportivo Alavés, el Pucela ha sido el peor de todo el año y, posiblemente, el peor de la etapa de Sergio.
Rota la calculadora…
Sin identidad, sin respuestas, sin fuerza y sin credibilidad, el Real Valladolid de Sergio tocó fondo ante el Deportivo Alavés. El daño de la derrota (1-2) ante la Sociedad Deportivo Éibar es irreparable porque Sergio no tiene margen de puntos ni respuestas. Siendo un entrenador que siempre se ha manejado bien con calculadora, la última visita de José Luis Mendilibar al Estadio de Zorrilla rompió al Pucela. No de inmediato pero sí tras la mala gestión de después.
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