La derrota (1-2) ante la Sociedad Deportiva Éibar hizo mucho daño al Real Valladolid. Muchísimo. El equipo de Sergio González se rompió en el encuentro ante los de José Luis Mendilibar. La tendencia era evolutiva en las primeras cinco jornadas pero ese gol de Kevin Rodrigues en el minuto 90 rompió los esquemas de Sergio González que, directamente, ha perdido el rumbo. Nervioso al verse colista, el entrenador del Real Valladolid ha querido tocar todo para ganar pero no ha dado con la tecla idónea. Entre cambios de ideas y de jugadores, el Pucela ha perdido la estela que parecía tener.
Aludiendo a un término muy utilizado por el entrenador en sus comparecencias de prensa, el Real Valladolid se ha centrado tanto en «resetear» que ha perdido su sustento. Queriendo olvidar lo hecho mal e, incluso, perdiendo la lógica de los cambios planteados al verse en el puesto de colista, Sergio ha perdido el rumbo. Ya no es el líder que del equipo y, a la vez, no es el perfil de entrenador que necesitan los blanquivioleta. En los primeros partidos de la temporada mencionados, el equipo tenía una evolución. Era lenta peros constante. Sólo faltaba trabajo. El problema estuvo en la previa del duelo ante la Sociedad Deportiva Huesca y en la gestión del duelo en el Estadio de El Alcoraz y ante el Deportivo Alavés.
En los últimos 180 minutos de juego, el Real Valladolid no ha tenido rigor ni estabilidad. Desde la sensación de que Jordi Masip vaya a ser el portero titular en Huesca y que, en el último momento, sea Roberto Jiménez. Éste es sólo un punto más. La titularidad este domingo de Saidy Janko, el momento que vive Pablo Hervías o la titularidad y posterior suplencia de Waldo Rubio tras asumir el peso de un penalti sabiendo lo que suponía en el vestuario. El Real Valladolid deja en las últimas semanas un importante aroma a improvisación que preocupa y que se demuestra con la mala dinámica y la caída del equipo en los dos últimos partidos.
El reflejo del equipo
El equipo no estuvo mal en los primeros 30 minutos ante la Sociedad Deportiva Éibar. Al revés. Mejoró parte de lo que venía haciendo, pero perdió. Ese golpe fue muy duro para Sergio que ha perdido todos sus credenciales. Hablar del entrenador del Real Valladolid actualmente es hacerlo de un preparador perdido en sus decisióones y medidas. No sabe qué quiere ni cómo puede devolver al equipo a su equilibrio o al nuevo margen que demanda el vestuario. El Real Valladolid ha cavado una pequeña tumba en los dos últimos partidos por la ilógica con la que su entrenador ha vendido y ha gestionado la situación.
Hablando de un «reseteo» semanal después de cualquier resultado negativo, lo lógico es ver al Real Valladolid de Huesca y ante el Deportivo Alavés. Dejando a un lado la digna imagen blanquivioleta en los primeros 20 minutos de partido de este domingo, la respuesta posterior es la misma de aquel equipo que en una «final» no sabe gestionar una renta de dos goles ni durante 60 segundos. Este Real Valladolid estaba muy capacitado para crecer desde el progreso medido y la evolución controlada. Cambiadas las expectativas, las exigencias y las obligaciones, el equipo está, futbolísticamente, tan roto, debilitado y perdido como su entrenador, aquél que ya ve muy lejos el objetivo global de la temporada. Lógico.