El Real Valladolid recibe este domingo al Deportivo Alavés en un encuentro muy importante para los pucelanos. Los de Sergio González tienen necesidad de ganar pero, también, de convencerse. Deben conseguir un punto de inflexión pero no sólo sobre resultados. El Pucela tiene que mostrar un camino, una confianza y una seguridad que son necesarias para mirar más allá de un resultado. Sin alegrías en los primeros seis partidos, Sergio González y los suyos deben conseguir una victoria pero, sobre todo, una idea y una razón para creer más allá de un marcador.
La situación no es fácil y las exigencias son muy altas. Considerando aún que el Real Valladolid no está capacitado para jugar finales, como tampoco lo está su entrenador, la lectura que se debe hacer del duelo ante el Deportivo Alavés es de un encuentro largo, con exigencia a medio plazo y lectura sosegada. En el empate (2-2) en el Estadio de El Alcoraz, el Pucela dejó más detalles negativos que positivos. Los pucelanos se marcharon de Huesca con la sensación de derrota porque no supieron afrontar los 90 minutos del duelo y, nuevamente, un golpe del rival resultó mortal.
El Pucela no está hecho aún para asumir su parte de debilidad. Le cuesta sacar partido a sus fortalezas y paga en excesos sus errores. No es un equipo hecho y sí un conjunto capaz de perder una renta de dos goles pero, a la vez, exigirse en voz de su entrenador ganar finales. Un encuentro definitivo exige unas credenciales que el Pucela no tiene actualmente. Los blanquivioleta deben mejorar y deben crecer desde la competición y es ésta la que, ahora, les pide jugar un partido de 90 minutos.
Parece una redundancia pero es la realidad sobre un equipo que debe intentar mejorar sus prestaciones en el tiempo. Desde el primer día, y salvo en el duelo ante la Sociedad Deportiva Huesca, el Pucela ha dejado detalles e ideas en todas sus participaciones. En el empate (1-1) ante la Real Sociedad o en la derrota (1-0) ante el Real Madrid, por ejemplo, los de Sergio González ofrecieron credenciales. No consiguieron obtener resultado de ellas, es cierto, pero sí que hicieron fracciones de juego ilusionantes. Supieron jugar y proponer, pero no sufrir y ahí está el problema.
Desde la competición
Sin hechuras aún para golpes, tal y como aseguró Sergio González en la previa a la visita del Deportivo Alavés al Estadio José Zorrilla, el Real Valladolid debe crecer en la competición y en los tiempos de juego. Por ello, y sabiendo que el aspecto mental es capital para el cuerpo técnico, una de las grandes claves del partido ante los de Pablo Machín pasa por leer los 90 minutos de juego. Esa capacidad de sufrimiento que necesita cualquier equipo y que en temporadas pasadas sí ha tenido el Real Valladolid ha desaparecido.
Sin ella, el Real Valladolid no termina de saber rendir ni competir en los partidos, costándole sacar rédito a lo que sí hace bien y pagando aquello que hace mal. Así, no se le puede exigir ganar finales pero sí un crecimiento que lleva a la victoria y a la mejora. Todo, porque no es cuestión de ganar un partido y sí la exigencia de ganar varios. Ahí es dónde está el famoso cómo antes del qué, aunque no tienen por qué ir separados.