En la rueda de prensa previa a la derrota (1-2) ante la Sociedad Deportiva Éibar a Sergio González no le supo bien la pregunta sobre la exigencia y la necesidad que tenía el equipo para el partido. Para el entrenador catalán, el enfrentamiento ante los de José Luis Mendilibar era un «duelo importante», pero nada más. Horas después, con la derrota, el enfoque del Club no puede haber cambiado. Una acción mal defendida no puede ser el motor de una crítica que cuestione el estilo de un equipo, la evolución del juego y los fichajes realizados.
Pese a la dura derrota ante el equipo armero, el «proceso» del Real Valladolid es el mismo y las exigencias no han variado. Con todo, los blanquivioleta no están en condiciones de jugar ‘finales’ en estos momentos. No están capacitados para afrontar partidos de exigencia extrema porque son un equipo débil y sin terminar de hacer. Creyendo que el único problema que tiene este Pucela es la falta de trabajo propia de los tiempos actuales y las limitaciones del momento, nada debe cambiar en la fase de evolución del equipo de Sergio González.
Creer que no es momento de elevar las exigencias no es sinónimo de no pedir que el equipo gane. El Real Valladolid necesitar sumar de tres en tres en las próximas semanas pero debe hacerlo desde la base de juego que el equipo quiere. Hay momentos en las temporadas en las que cualquier equipo necesita ganar porque sí. Tres puntos dan una bocanada de aire fresco al equipo pero, honestamente, no creo que éste sea el momento del Real Valladolid. El equipo necesita ganar, sí, pero sabiendo cómo hacerlo. Después de un cambio importante como el que se ha planteado este verano, los jugadores necesitan ganar un duelo con sus armas.
Los pucelanos necesitan puntos y sensación de victoria, pero no a cualquier precio. El momento en el que se encuentra el Real Valladolid exige de evolución, esfuerzo y crecimiento. El blanquivioleta es un buen proyecto. Es cierto que cualquier planteamiento pide resultados pero, también, paciencia, asimilación y comprensión del proceso. Estos rasgos son capitales para entender cualquier avance y evolución que no sólo mira a los resultados sino, también, a cómo se llega a ellos.
Partidos, no finales
Con todo, creo firmemente que al Real Valladolid no se le puede exigir ganar finales en estos momentos. No se debe por la fase de la temporada que es, las hechuras actuales del equipo y las exigencias básicas que Sergio González tiene. Los blanquivioleta deben ganar partidos, sí, pero no finales. Ganando esos duelos, atacando ese margen de crecimiento que tiene el equipo y asumiendo el proceso en el que se encuentran los blanquivioleta, las peticiones pucelanas serán mayores de las que se puede ofrecer al exigir ganar una final en el mes de octubre.
Esos tres puntos, que podrían ser ‘pan para hoy y hambre para mañana’ y que no asegurarían nada a corto o medio plazo, no liberarían a un Real Valladolid que lo que necesita es alimentarse de forma progresiva y consecuente. El equipo debe ganar partidos para confirmar que sabe cómo hacerlo, no para tapar carencias de juego que no se hubieran analizado si Kevin Rodrigues no hubiera marcado en el tiempo de añadido del duelo ante la Sociedad Deportiva Éibar pero que se potencian tras el error de Nacho Martínez en la defensa de esa jugada. Demasiado resultadismo sin fundamento para ser octubre.