Míchel Herrero está siendo uno de los jugadores que más debate ha generado este verano. Se habló de una posible salida del Estadio José Zorrilla pero su presencia en el once titular que empató (2-2) ante el Sporting de Braga le hace partir con cierta ventaja para las primeras jornadas ligueras. El ’21’, muy del agrado de Sergio González, seguirá siendo, eso ya es casi inamovible, futbolista de la plantilla pucelana. Será uno de los centrocampistas blanquivioleta para la tercera temporada consecutiva en LaLiga Santander y sólo el tiempo dirá en qué circunstancias.
Desde un principio he tenido claro que la continuidad del valenciano se iba a deber a unos condicionantes muy concretos. Buscando ese enganche que tanto va a liberar al fútbol pucelano, Míchel tiene el juego, el último pase y el liderazgo que se puede necesitar para unir al centro del campo con el delantero. Buscando juego, frescura y ese punto de ritmo más alto que pareció verse en Braga, Míchel está lejos de lo que necesita el Real Valladolid para el doble pivote.
Necesitando aún confirmar quiénes van a ser los jugadores que formen el centro del campo y, sobre todo, quiénes ejercerán el rol y la presión de centrocampistas ofensivos, Míchel Herrero ha confirmado en esta pretemporada que ya no está para el papel de temporadas atrás. Ser el engranaje ofensivo y ese jugador con peso en la creación es un tren que ya le ha pasado. Su falta de regularidad, constancia y velocidad puede llevarle a una situación que nunca ha tenido en el Real Valladolid y que le puede costar entender.
El ritmo de juego de Braga
Braga fue, para mí, muy ejemplificante de lo que necesita el equipo y, en este caso, de lo que puede ofrecer Míchel y lo que ya no es capaz de dar. Siendo un jugador de calidad, el crecimiento y la evolución del Real Valladolid ya no pasan por él. Su momento ya pasó y su etapa, si no ha terminado, ha cambiado radicalmente. El Pucela quiere dar un paso al frente o, al menos, eso se ha vendido desde el Club y desde el cuerpo técnico. Ese crecimiento radica en jugadores con un estilo más moderno y un juego menos arcaico y limitado.
Creyendo que diferenciar tanto los objetivos y las obligaciones de los dos centrocampistas no es una propuesta actual ni beneficiosa, pese a resultado que el Real Valladolid ha conseguido estas temporadas, el futuro a corto plazo del equipo no permitirá, ya no por petición popular o personal sino por ritmo de juego, que Míchel Herrero sea titular en 27 partidos, algo que ha ocurrido en los dos últimos años. De entonces a ahora, Míchel ha ido reduciendo sus credenciales y contextos. Por ello, y viendo el ritmo que el Pucela quiso imponer en Braga, el ’21’ está señalado. Bajo ese fútbol, el valenciano debe estar tener un protagonismo secundario y en una demarcación novedosa a la de los últimos años.
Como enganche y con aportaciones concretas y puntuales, Míchel Herrero puede ampliar su última aportación al Real Valladolid. Pese a que el regreso a partidos con 18 convocados y tres sustituciones le limite aún más en sus posibilidades de sumar, su perfil tiene un contexto claro. Es reducido, sí, pero desde él podrá seguir teniendo un peso que es totalmente inviable en el centro del campo y con el aglutinamiento de poder y peso ofensivo que ha tenido en los dos últimos años en LaLiga Santander.