La salida de Anuar Tuhami del Real Valladolid estaba cantada. Entre la claridad de que el Sergio González no contaba con él y que el propio marroquí necesitaba y quería salir, su marcha del Estadio José Zorrilla era un movimiento cantado de cara a las muchas operaciones que los blanquivioleta deben firmar antes del 5 de octubre. El ceutí necesitaba salir del mundo vallisoletano por su salud deportiva y futbolística. El movimiento estaba claro y, ahora, genera la sensación de que ésta es su salida definitiva del Club.
Siendo lo más sincero posible, creo que Anuar Tuhami no volverá a vestir la camiseta del Real Valladolid. Ojalá me equivoque porque su presencia en el primer equipo supondría firmar muchos de los condicionantes que me gustarían para el Pucela, pero su cesión con opción de compra al Apoel de Nicosia crea un camino que puede terminar con la etapa del jugador en Valladolid, salvo que el Pucela descienda de categoría.
El destino elegido no es de primer nivel ni similar al que se puede enfrentar en Valladolid. Anuar ha bajado un gran peldaño porque sabe que lo necesita. No es descender a Segunda división B, pero casi. Es cierto que competirá en Europa League y que tendrá opciones de luchar por títulos pero todo de una forma muy irreal para ese hipotético futuro en el Estadio José Zorrilla. El centrocampista quiere crecer y necesita sentirse importante. Debe ser lo capital y titular que no ha sido en el primer equipo blanquivioleta y que, por otra parte, no terminó de serlo en su experiencia en Grecia.
Un reseteo completo
Anclado siempre en un rol secundario y de suplente, el canterano pucelano debía dar un paso por su carrera profesional y no por su ambición e ilusión blanquivioleta. Así se entiende su llegada a una liga como la chipriota. Es un movimiento lógico por las necesidades del jugador y la realidad actual de su juego. Mirando al futuro, éste es un movimiento incomprensible pero, ahora, nada sobre Anuar debe medirse por sus posibilidades con el Real Valladolid y sí por la reactivación y potenciación de un jugador que puede haberse quedado atrás.
Adelantado en las preferencias de juego y de minutos por Kike Pérez, Anuar pide y necesita un reseteo. Tiene que reencontrarse con esa versión ofensiva, de conducción y facilidad para superar líneas rivales que tan importante fue el ascenso de 2018. Fue determinante en aquel éxito pero lo fue desde un rol secundario y suplente, su eterna definición. Queriendo eliminar esa sensación de no jugar nunca por méritos propios sino por lesiones o malos momentos de los compañeros, Anuar comienza su reactivación y ésta, como es lógico, se inicia por un punto bajo de sus posibilidades y pasado reciente. Pese a ello, la elección es lógica, pese a potenciarse la posibilidad de que ya nunca más será blanquivioleta.