No me gusta darle mucha importancia a los partidos de pretemporada pero sí que es cierto que el último amistoso tiene más relevancia que el primero y que el que se firma a una semana del debut liguero es más trascendente que el que se vive en la primera o segunda semana de la preparación. Así, el empate (2-2) en Braga tiene mucho más peso que la derrota (1-0) ante el Málaga CF y no por el resultado sino por todos los condicionantes que lo envuelven. Las pocas rotaciones de Sergio en Portugal, la cercanía del partido ante la Real Sociedad y la apuesta por un núcleo importante de lo que ha sido la base en las dos últimas temporadas confirma que de ese empate se pueden obtener varias conclusiones para el duelo de este domingo.
En ese encuentro final, el Real Valladolid dejo claro que Fabián Orellana viene a ser un jugador determinante en el esquema de Sergio González de la misma forma que el chileno puede apadrinar la incursión de dos jugadores en el once. Con el fútbol mostrado en dicho encuentro, el primero en el que el ’12’ actuó por dentro y tuvo libertad de juego, Waldo Rubio y Kike Pérez pueden tener un hueco destacado en el equipo. Ambos podrían verse muy beneficiados de jugar con el ex del Celta de Vigo o Sociedad Deportiva Éibar.
La presencia del ’23’ en el once titular de Braga le invita a estar en el encuentro ante la Real Sociedad o, como poco, a partir con ventaja en la preparación del duelo durante esta semana. Para mí, una sorpresa. El contexto cerrado de juego que ofrece el extremo pacense es, en mi opinión, un freno para su explosión pero, con la necesidad que el Real Valladolid tiene de crecer en las transiciones ofensivas, Waldo puede ser un activo del que obtener mucho beneficio.
Transiciones y lectura final
En Braga se vio a un Pucela que sabía ejecutar el primer pase tras el robo y, en un alto porcentaje, el segundo. Con Fabián Orellana en esta segunda ejecución, el Real Valladolid creció en una de sus grandes exigencias. Supo salir de su campo con velocidad. El chileno temporizó, leyó y ejecutó lo que en muchas ocasiones eran las carreras de Waldo Rubio. El ’23’, en constante ruptura, rompe en muchas ocasiones los equilibrios del equipo pero, en este caso, potencia las opciones que busca Orellana. El equipo busca ser rápido tras el robo en ese plan alternativo que muchas veces no ha existido y, en él, Waldo es determinante como pocos.
Mejorando esa respuesta o plan B, la idea principal del equipo es la misma: construir. Atando a Rubén Alcaraz para funciones defensivas y de campo propio, Míchel Herrero es el jugador clave porque el Real Valladolid debe tener un jugador que ayude al ’12’ en la creación. Creando ese enganche tras el ‘9’, Orellana destaca y el centro del campo se libera. En esa liberación pero, también, en esa nueva exigencia de tener una velocidad superior de juego, Kike Pérez es el jugador que debe promocionar Sergio y el que, por diferentes circunstancias de su juego, Fabián Orellana puede potenciar.
La salida de perfil zurdo del toledano, la rápida ejecución de movimientos y la verticalidad de la que ha hecho gala siempre que ha participado con el primer equipo, además de la liberación de presión que puede tener con la presencia de Orellana en el enganche, ayudan a verle como ese jugador que puede dar un salto en el equipo porque los contextos la favorecen.
Los detalles de la propuesta pucelana favorecen a Kike Pérez como el juego del toledano puede potenciar esa evolución. El ex del Promesas debe estar entre los elegidos para el centro del campo del Real Valladolid esta temporada y la presencia de Orellana en la posición del duelo en Braga invita a ello, como a pensar en el aprovechamiento de Waldo Rubio en sus concretas pero interesantes cualidades.