Siempre he pensado que el término ‘evolución’ es positivo pero buscándolo en la RAE me deja dudas. Definiéndolo como «acción de evolucionar» y a ‘evolucionar’ como «mudar de actitud, de conducta o de propósito» o «desenvolverse o desarrollarse, pasando de un estado a otro», creo que hay que matizar lo que se busca que haga el Real Valladolid en la ya cercana temporada 2020/2021. Creyendo que el Pucela de la tercera temporada consecutiva en LaLiga Santander tiene herramientas para buscar más y mejor, el último duelo de la pretemporada ha generado detalles que hacen creer y pensar en una evolución positiva del juego blanquivioleta.
Pese a que la idea de Sergio de que los jugadores elegidos disputaran casi en su totalidad los 90 minutos generó un problema del equipo en la fase final, el encuentro del Real Valladolid en Braga deja sensaciones positivas o, al menos, detalles de un juego abierto, de transiciones y moderno que me gusta. Pese a que se puede argumentar que el equipo no puede cambiar ex exceso porque sólo un jugador de los 11 titulares es nuevo, ese futbolista en cuestión y ciertos detalles eliminan la posibilidad de dicho análisis.
La importancia en el juego y el liderazgo de Fabián Orellana es capital para visualizar ese nuevo estilo blanquivioleta. Sin el ’12’ es imposible creer en ese atractivo fútbol moderno que llevará al equipo a estar más cerca de ganar partidos. El chileno es básico en este estilo, tanto como la pareja de centrales formada por Joaquín Fernández y Javi Sánchez. Entre uno y otro lanzan al equipo a campo rival y a devorar las segundas jugadas. En la primera parte ante el Sporting de Braga, el Pucela supo correr en faceta ofensiva y firmó muchas transiciones ofensivas. De la misma forma que supo correr tras robar, supo responder tras perder.
Es cierto que se perdieron balones en zona de creación y en zonas peligrosas pero de la misma forma se supo contestar al directo. Con jugadores dotados para las transiciones, el Real Valladolid tiene cualidades para proponer y responder. Se consigue más porque, en parte, también se arriesga más y se juega a un ritmo mayor que en de las dos últimas temporadas, aquél que favorecía a Míchel Herrero pero en el que ahora se le ve carente de ciertos recursos vitales.
Juego vertical y de transiciones
Ya en campo rival, el gran debe blanquivioleta desde el ascenso, el equipo supo usar a Fabián Orellana en la vertiente de segundo punta y potenciado la mejor cualidad de Waldo Rubio: los cambios de ritmo. Con todo, el Real Valladolid dejó buenas sensaciones en su último encuentro de pretemporada. Marcado por el cansancio final, los de Sergio González se dejaron por el camino una victoria que hubiera refrendado ese cambio de fútbol pero consiguieron firmar una imagen y sensación de que el equipo, por fin, tiene ideas para salirse de lo establecido.
Con herramientas desde el banquillo y potenciando los jugadores con mayores cualidades para ello, el Real Valladolid da un salto en las expectativas para la nueva temporada. Con una buena dosis de juego y rasgos para el estilo vertical y de transiciones, los de Sergio González están cerca o, como poco, en el camino de firmar una evolución de carácter positivo. Todo, tras un partido en el que más del 90% de sus protagonistas serán titulares ante la Real Sociedad, es decir, una prueba muy real.