Igual que llegan, como es el caso de Shon Weissman, se van, como va a ser el de Miguel de la Fuente. Es cierto que la salida de del Tudela de Duero parece incomprensible por los movimientos y necesidades del jugador pero, al fin y al cabo, es lo mismo. Podemos entenderlo o no, pero el canterano blanquivioleta ve, de la misma forma que el delantero israelí, la necesidad de cambiar de equipo. Ambos quieren variar la etapa en su carrera. El fondo es el mismo, la forma no tiene absolutamente nada que ver.
Me cuesta comprender que Miguel de la Fuente no viera que el Real Valladolid era el mejor lugar en el que podía estar pero, al fin y al cabo, es un decisión lícita del jugador. Él, como todos, puede querer cambiar de aires y buscar nuevos frentes. Su medida debe ser respetada, pero sus formas no lo son. En las últimas semanas, el jugador ha querido volver a darle la vuelta a la imagen tras la gestión del Club y de Miguel Ángel Gómez. El Real Valladolid actual quiere dejar siempre una buena imagen pública y en esta situación, tras todo lo vivido, lo han conseguido. Actualmente, nadie puede reprochar nada al Real Valladolid. Nadie y nada.
Recuerdo a mediados de abril, en pleno confinamiento y cuando saltó esta situación, que el mundo blanquivioleta se posicionó casi en su totalidad en apoyo al jugador. Yo entre ellos. Creía que lo vivido anteriormente, con las pocas oportunidades que había tenido el jugador en LaLiga Santander, la gestión de los fichajes y las supuestas propuestas del Club, daban la razón al jugador. Su momento en el primer equipo había llegado, la cesión ya era un error y los pucelanos se equivocaban en la exposición que estaban haciendo con el jugador. En aquel momento tenía clara mi opinión. Ahora, ésta ha cambiado rotundamente y lo ha hecho por dos motivos: la gestión que ha hecho el Real Valladolid como institución y la lamentable actitud pública que el jugador ha tenido en los últimos días y semanas.
Queriendo señalar desde el principio que Miguel de la Fuente me parece un delantero exquisito y con unas condiciones excelentes para el juego y propuesta de Sergio González, sigo teniendo claro que el que más pierde en todo esto es el propio futbolista. Salir del Real Valladolid no es la mejor decisión que puede tomar, independientemente de dónde termine esta temporada o de aquí a tres años. Creyendo que se equivoca saliendo del Estadio José Zorrilla y que debilita su fase de crecimiento, las formas son malas, erróneas y exageradas, maltratando así su imagen.
El daño a su imagen
Por respeto al club que le ha formado, al que sigue perteneciendo pero, también a su profesión y a su imagen, la gestión de la salida que ha firmado Miguel no tiene justificación. Como aseguré este martes en la tertulia de Radio Marca Valladolid, sus tonterías, porque no tienen otro adjetivo, en redes sociales de las últimas semanas le debilitan y no sólo le señalan el camino de la salida sino que le ponen una etiqueta.
Llegue donde llegue este próximo verano o en un futuro más lejano, el fútbol de forma interna sabrá cómo salió de Valladolid. «Si abandonó así del equipo que le formó y del Club de su ciudad, qué no hará en otros lugares». Este pensamiento será lícito, como lo es su salida del Real Valladolid, pero no las formas elegidas por él y su entorno pero, sobre todo, firmadas y perpetradas por el jugador: Miguel de la Fuente.