Se puede intuir el motivo, pero lo que está claro es que Miguel de la Fuente no va a estar mucho tiempo más en el Real Valladolid y no por lo que creía hace unos meses. Todo apunta a que el jugador no cumplirá ni el contrato que tiene actualmente firmado. Con vinculación con el equipo blanquivioleta hasta el año 2021, el de Tudela de Duero puede estar viviendo su últimas semanas como jugador pucelano. Sin querer valorar los motivos y circunstancias que han llevado a esta triste situación, la realidad o, al menos, lo que yo tengo claro, es que las tres partes pierden con este final.
El Club, el jugador y el primer equipo, frente sobre el que se tenía que centrar el propio Miguel, se ven perjudicados con el futuro que se espera. Devaluando al jugador con una pretemporada menor a la de un futbolista que tiene un hueco y que se quiere hacer importante, el primer gran señalado es el propio futbolista. Está perdiendo parte de su imagen y nivel. Es el gran perjudicado de esta situación, pero no el único. Futbolísticamente, el jugador no sale ganando de este embrollo pero, tampoco, el Pucela ni, por supuesto, Sergio González.
Pese a que el catalán esté «de la mano», como aseguró este martes, del Real Valladolid en la gestión de esta situación, el entrenador blanquivioleta pierde a un jugador que se podría entender muy bien con las necesidades y peticiones que él tiene. La demostración de juego y posibilidades de Miguel en el empate (1-1) en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán fue la confirmación de lo que ya es capaz el jugador. Ante el nuevo campeón de la Europa League, Miguel firmó un muestra de potencial que hizo verle capacitado al 100% para el primer equipo. LaLiga Santander era su nuevo frente y ya nada podía frenar su llegada al primer equipo.
Un paso perdido
Los plazos se estaban cumpliendo y tras llegar, asentarse y explotar en el Real Valladolid Promesas, Miguel tenía su oportunidad de cara a la temporada 2020/2021, aquélla que, ahora, parece muy lejana de cumplirse. La situación está enquistada. La cuerda se ha tensado tanto que la reconciliación parece imposible. Miguel se quedará a las puertas de llevar un dorsal profesional en el Real Valladolid y el Club y Sergio perderán un activo que se ajusta a todos los patrones, perfiles y valores que quiere este proyecto. Pese a ello, el que más perderá de esta ruptura es el propio jugador, que cerrará como no debe una etapa exitosa pero que nunca será gloriosa por elegir mal cómo dar el último paso hacia su carrera profesional. Valladolid era su sitio por muchos motivos. El tiempo lo demostrará.