Es la situación de todos los veranos. A estas alturas de la pretemporada gusta debatir, imaginar y pensar en las posibilidades que puede tener cualquier equipo. El Real Valladolid no es menos sabiendo, además, que Sergio González seguirá en el banquillo y conociendo ya cuáles son sus gustos y demandas. Con el catalán se sabe qué necesita y qué quiere para su vestuario. La base está muy clara pero aún faltan los detalles y las puntualizaciones.
El actual Real Valladolid se marca desde un sistema con bases muy fijas: cuatro defensas, un doble pivote, con funciones muy diferentes, y una doble punta. Lo cierto es que estos rasgos son inamovibles, pero hay pocos más. El perfil de los extremos se intuye pero tiene matices y cambios, por ejemplo. De la misma forma el estilo o el pie de los centrales. A nivel global, los estereotipos existen más en el análisis sobre el Real Valladolid que en el propio entrenador. Por ejemplo, hay un detalle que siempre me ha llamado la atención y es el uso de un enganche, ese jugador que se sepa mover bien entre líneas.
En más de una ocasión, incluyendo a Miguel Ángel Gómez, se ha escuchado decir que «Sergio no quiere a esos jugadores» y creo que no es cierto al 100%. Es cierto que no es un jugador que el entrenador catalán pida pero sí que es verdad que es un tipo de atacante que usa. Por ejemplo, Sergio sacó un gran rendimiento a Leo Suárez en la primera fase de la temporada 2018/2019. Entre líneas, el argentino llegó a ser diferencial en el Real Valladolid. No era un mediapunta como tal pero sí era ese segundo punta en el que Óscar Plano actuó en el empate (0-0) ante el Levante UD. Obviamente, no es la base del estilo de Sergio pero sí una herramienta que ha usado en diferentes esquemas y propuestas y que beneficia mucho al estilo pucelano.
Muchas de las carencias en el modelo blanquivioleta se curarían dando mayor protagonismo a un jugador entre líneas. Creyendo mucho en la posición de un jugador de enganche, pienso que el Real Valladolid tendría menos problemas para la construcción y la llegada al área rival con él. Por ejemplo, tendría mayor fuerza para juntar las líneas y, a su vez, ganaría fuerza para llegar al área. Tendría más líneas de entrada al remate ante un posible centro lateral, por ejemplo.
Doble pivote, triangulaciones…
Creyendo que esa demarcación otorgaría una capacidad fuerte al equipo para dejar de ser previsible en muchas fases de la temporada, el doble pivote estaría, a su vez, más liberado. El Real Valladolid tiene muchas opciones y de diferentes perfiles en el centro del campo pero varias de esas posibilidades responden a un estilo ‘defensivo’. Conjugando estas variantes con un jugador por delante, el equipo ganaría en la construcción porque en el centro del campo ese jugador ‘ofensivo’ no tendría tanta responsabilidad ni estará tan demandado.
El Real Valladolid estaría más conjuntado, sería, incluso, más homogéneo y ganaría enteros para posibles momentos en los que las transiciones son determinantes. Con un jugador capaz de ganar la espalda del centro del campo rival, el Pucela ganaría metros con la facilidad que no tiene habitualmente. Podría triangular de forma más rápida con unos extremos liberados de juego interior y que, sin exigencias por dentro, tendría mayores posibilidades en el juego exterior y en el uno contra uno.
Creyendo que el Real Valladolid 2020/2021 va a ser mejor que el de las dos temporadas pasadas, en lo que a activos y posibilidades se refiere, ni Miguel Ángel Gómez ni, sobre todo, Sergio González deben olvidar las variantesque otorga un jugador entre líneas en su equipo, un arma para sumar fortaleza que no deberían buscar en el mercado. Potenciando esa demarcación, Óscar Plano se reencontraría con su mejor posición y Míchel Herrero encontraría una opción para seguir siendo importante en los planes pucelanos.