El Real Valladolid tiene que tomar importantes decisiones de cara a esta ventana de fichajes. Eliminando el término ‘veraniego’ al tratarse de una opción de fichajes hasta el mes de octubre, Miguel Ángel Gómez y Sergio González deben tomar grandes decisiones en las próximas semanas. Ninguna línea está ausente de variaciones y casi ningún jugador está libre de ser examinado. Uno de los atacantes presentes en el vestuario que no se librará del análisis es Waldo RUbio y el estilo concreto y determinado que tiene de juego.
El ’23’, que sorprendió en su aportación en el primer equipo en la temporada 2018/2019, ha decepcionado en los últimos meses al no cumplir las expectativas que generó y que, posiblemente, fueron exageradas. Su buen hacer en esos meses de 2019, su aportación y su bocanada de aire fresco en un equipo que se mostraba cansado convencieron al entorno y al cuerpo técnico. Bajo esos condicionantes de transiciones, velocidad y juego interior para finalizar, la pasada campaña tuvo un inicio ilusionante. Participando en los primeros cinco partidos ligueros, con dos titularidades incluidas, Waldo parecía tener su sitio, pero su juego le llevó a un rol secundario en la temporada.
Con etapas de ostracismo muy elevado, el atacante pacense ha cerrado su segunda temporada en el Estadio José Zorrilla lleno de dudas. Con un juego muy concreto y con ciertas limitaciones de adaptación a otros frentes, Waldo Rubio puede estar en la puerta de salida como Toni Villa. Pese a tener estilos diferentes y condicionantes opuestos, su presente es similar por el mismo problema: su falta de adaptación al estilo de Sergio González.
Una cuestión «de pretemporada»
El entrenador catalán tiene muy claro cómo quiere que juegue su equipo y qué deben dar los extremos en esa propuesta. La exigencia de repliegue, vida en campo propio, insistencia en las marcas y calidad individual para decidir tras el robo son condiciones muy concretas que a Toni Villa la cuesta y que a Waldo Rubio le limitan. Es cierto que el ’23’ tiene decisión para las transiciones ofensivas y los contragolpes. Algo que gusta. Además, es un jugador que lee rápido qué debe hacer tras el robo y que siempre da una salida al juego tras hacerse con el balón. Suma para alargar al equipo y sacar al equipo de su campo y cuando más acogotado está.
Waldo Rubio da aire al juego del Real Valladolid pero le limita mucho el modelo de juego de Sergio. Ante marcados bajos, lo errores se pagana y Waldo es un perfil de jugador de equipos que asumen el gol encajado como un detalle pero no como un castigo. Esa asimilación de un tanto recibido concuerda con propuestas de juego abiertas y largas, todo lo contrario que la de Sergio.
En un estilo de juego cerrado y con poco espacio, jugadores como el pacense sufren, quedándose en el precipicio para seguir. Aunque Miguel Ángel Gómez haya asegurado en El Mundo-Diario de Valladolid que lo suyo se trata de «analizar en pretemporada qué es lo mejor para él», su juego no va a cambiar y tiene muy complicado ser diferencial en el actual Pucela de Sergio. En el de la pasada temporada y en el que se vislumbra para la 2020/2021 y, posiblemente, en todos en los que esté el preparador catalán.