Sergio González tiene un importante reto la próxima temporada. La lesión de Kiko Olivas va a condicionar al entrenador catalán en su planteamiento, aquél que ya quería matizar con el hipotético salto cualitativo que espera hacer el Club en los próximos meses. Esperando a saber los protagonistas del vestuario y, sobre todo, las despedidas que va a realizar el Pucela en este verano, Fabián Orellana ha iniciado el camino de los nuevos fichajes y el cambio que se espera que pueda dar el equipo, y que no pasa sólo por dónde se marque la altura de la línea defensiva.
Es cierto que el Pucela de Sergio González defiende muy atrás. Es fácil verlo y entender que condiciona mucho el estilo del equipo. Sergio González debe hacer matices. Buscando ser menos simple y teniendo más alternativas, el frente ofensivo debe cambiar y tiene que ganar en verticalidad. Obviamente, los vallisoletanos tienen poca fuerza en ataque al ver dónde reciben los delanteros y en que tipo de inferioridad lo hacen, pero también al potenciar jugadores poco verticales.
Ese activo de banda, con descaro, personalidad, egoísmo y atrevimiento no ha destacado en el Real Valladolid de LaLiga Santander. Ha tenido un rol muy secundario y condicionado. Quizás por esa falta de liderazgo y atrevimiento que sólo Pablo Hervías ha conseguido tener en diferentes momentos, el Real Valladolid apuesta por Fabián Orellana. Su perfil, su estilo y su personalidad le colocan en un inicio con un puesto importante para Sergio. Sería necio asegurar que el chileno llega al Estadio José Zorrilla para ganarse el puesto. En la base, el ex del Celta de Vigo o SD Éibar llega para ser titular y sentirse como un eslabón importante. Con esos ragos, el equipo ya dará un cambio hacia otro juego.
Si parece claro que su estilo es otro al de futbolistas como Toni Villa, Óscar Plano o Waldo Rubio, inquilinos de la banda izquierda esta temporada, el modelo de juego que se le presente tendrá otros detalles al de las dos últimas temporadas. Orellana llega al Real Valladolid en su última parada profesional o, como poco, en su último equipo en la élite española. Con más de 34 años, el atacante es lo que es, en lo bueno y en lo malo, y pese a que su paso por el Éibar le ha llevado a ser un jugador más propio para entidades como el Pucela, el estilo en el que ha destacado es muy diferente al actual.
El contexto de Orellana
José Luis Mendilibar desgranaba tras la victoria (3-1) sobre el Pucela las diferencias entre el estilo vallisoletano y el vasco. Por zonas y tiempos, SD Éibar y Real Valladolid proponen estilos muy diferentes. Sergio no cambiará su estilo al 100% por Orellana, pero sí que tendrá que matizar muchos rasgos de su modelo de juego por él. No porque él lo quiera, lo pida o lo exija sino porque esas variaciones son vitales y necesarias para que el jugador rinda en el Pucela como lo ha hecho en el Éibar. Miguel Ángel Gómez y Sergio González han optado por Orellana porque han tenido la opción de fichar a un jugador diferencial de un rival directo, sin obviar, seguro, los condicionantes bajo los que rinde.
El chileno llega al Estadio José Zorrilla porque las expectativas que se pusieron en su carrera en determinadas fases no se han cumplido pero, ahora, siendo ya blanquivioleta, Sergio González no puede dejar a un lado los contextos en los que el jugador rinde. Cerca del área, con metros para ser decisivo y con jerarquía para liderar. Estos condicionantes definen a un jugador ‘diferente’, en todos los sentidos, que marcará pequeños detalles del próximo Pucela a su manera. Con su estilo. Orellana hace años que se olvidó de las expectativas y se centró en los contextos del juego. Con ellos, no quiere que el equipo juegue para él pero sí que su equipo juegue como a él le gusta.