Han pasado varias horas desde el gol de Joaquín Fernández y, por lo tanto, de la victoria del Real Valladolid ante el Deportivo Alavés y aún no sé cómo leer el gol, la victoria y la permanencia. Siempre he hablado que en estas últimas jornadas de la competición se debe dar por bueno el resultado y se debe imponer la versión más resultadista. Por el contrario a otras etapas y más en esta fase tan rápida y exigente, lo importante es el qué y no tanto el cómo. Por ello debo elogiar la victoria del Pucela en el Estadio José Zorrilla y, ante todo, debo hacerlo porque ésta lleva al objetivo final de la temporada.
El club blanquivioleta tenía como gran objetivo mantenerse en LaLiga Santander y tal premisa está muy cerca de cumplirse tras una victoria vallisoletana con varios detalles positivos y bastantes negativos. El primer punto provechoso es la victoria y que a ella se llegó desde la efectividad pucelana. Un disparo de Joaquín en el minuto 88 puede ser un tanto histórico para el Real Valladolid al invitar al Club y a Sergio González a vivir una tercera temporada consecutiva en la élite. A ella se llegará por la solvencia defensiva del equipo, la que, en muchas ocasiones limita al estilo. Por la victoria, el gol y la seguridad defensiva, el duelo es positivo. Por el resto, no.
Dos tipos de argumentos
Debiendo leer desde el resultado y no sólo el marcador, como he comentado varias veces en este reinicio de la competición, el partido del Real Valladolid es malo. Muy flojo. Por los motivos que fueran o, incluso, por los que Sergio González quisiese argumentar, los condicionantes de la previa que el propio entrenador marcaba no se vieron en el encuentro. Un encuentro de empate pero no ya en el juego y en la propuesta sino, también, en la base, deja al Real Valladolid con la salvación sobre la mesa. El equipo tiene el objetivo muy cerca por aprovechar un error rival.
En el resumen y análisis del entrenador tras el partido, Sergio aseguró que el equipo ha cometido «muy pocos errores» en este reinicio de la competición y que ha sido esto lo que ha valido para conseguir la salvación al sacar rédito en todos los partidos. Con rotaciones o sin ellas, el equipo no ha estado mal, es cierto, y ha mostrado esa cara porque el equipo no tiene estrellas destacadas. Sin «focos» destacados, el equipo tiene más activos propios de Primera división de los que se nos quería hacer ver durante la temporada, ésta en la que quizás Jorge de Frutos podría haber sido tan determinante como lo han sido Javi Sánchez o Miguel de la Fuente cuando se les ha dado la oportunidad.
En un momento resultadista al 100% es tiempo, también, de analizar la buena plantilla que ha tenido este Real Valladolid para su lucha, la que, en muchos momentos, no se supo rentabilizar, utilizar, motivar ni valorar. Ante la exigencia a la que se ha tenido que enfrentar el Real Valladolid en este reinicio, el equipo ha sabido salir adelante por el compromiso y la competitividad profesional de perfiles desahuciados en muchos momentos de la temporada de forma exterior. Sin estar en el día a día, la imagen que se dio antes del parón fue una. Tras ella, otra y en esta segunda fase el vestuario respondió como quizás algunos esperábamos que hiciera.