Fue cruel que Enes Ünal fallase el penalti. Fue duro que el Real Valladolid no ganase el partido. Fue doloroso firmar un tramo final de la segunda parte tan bueno y no conseguir la victoria. Todo es cierto pero no como, posiblemente, Sergio González quiso asegurar en la rueda de prensa posterior al partido. Sabiendo, una vez más, la situación en la que él está y entendiendo que cuenta lo que tiene que decir, los grandes elogios que regaló el entrenador a sus jugadores son ciertamente exagerados hasta para levantar la moral a un equipo debilitado por ver volar dos puntos que habrían sido determinantes y merecidos para confirmar la salvación.
No tengo ninguna duda, como no la he tenido de ningún entrenador que he conocido en el Real Valladolid, que Sergio González sabrá gestionar este último partido, un encuentro que no deja de ser un día en el que los pucelanos fueron irregulares y en el que dejarán siempre la sensación de injusticia por el penalti marrado y el buen hacer del equipo en los últimos 20 minutos, y siendo generosos con la cifra de minutos. Hasta entonces, el partido era equilibrado, sin ocasiones en su primera mitad pero con la sensación de que, en fases, el Levante UD dominaba al Pucela porque le encontraba las cosquillas.
Una lectura profunda
Sin estar en un buen momento, Sergi Guardiola fue el que, bajo mi percepción, cambió el partido y entró superada la hora de juego. Pese a la aprobación que pueda dar al planteamiento, propuesta y alineación de Sergio González, que lo hago, creo que los elogios del míster son muy elevados sobre el partido del equipo porque éste nunca estuvo ciertamente controlado por los blanquivioleta hasta el tramo final. Es cierto que los últimos 20 minutos marcan el análisis del partido pero antes de él hay que ver la imagen de un equipo que dejaba un aroma a no tener «prisa» ni ideas para salvarse.
Sabiendo que el entrenador alude a esas «prisas» de la salvación a cuestiones psicológicas y de confianza en sus jugadores, el encuentro ante el Levante UD no mostró, en ningún momento, miedos ni recelos en el equipo. Ofrecía dudas de juego y ansiedad futbolística al no ver llegar el gol de la victoria. Como el propio entrenador comentó en su comparecencia telemática, el equipo no estuvo acertado «en el último pase» y fue, ahí, donde desaprovechó sus oportunidades y, muy posiblemente, donde se ganó unos elogios y un análisis ciertamente exagerados sobre su realidad.
Pese a creer que el duelo merece un análisis mayor al de los últimos 20 minutos, la sensación es clara: el Pucela hizo méritos para ganar el duelo y conseguir un paso de gigante para la salvación. En fases lo mereció, sí, y lo tuvo en su mano pero se escapó y Sergio, nuevamente, dijo en su visión pública lo que tenía que decir, aunque no creyese en ello y supiese que era exagerado. Ahora, de forma interna, deberá gestionar todos esos elogios al equipo en la que fue su lectura en caliente del duelo. Pasadas las horas, su visión quizás es otra.