Una victoria (1-2) en Leganés y un empate (0-0) ante el Celta de Vigo. El bagaje del Real Valladolid en los dos primeros partidos tras el reinicio es bueno a nivel de puntos pero deja una versión del juego ciertamente débil e inconsistente. Por ello me sorprenden las declaraciones de Sergio González este miércoles tras el empate ante los gallegos. En ese resumen, el catalán diferenció mucho entre un partido y otro, algo que no comparto y que no creo que se ajuste a la realidad de los partidos y del juego blanquivioleta, pero sí a la de los resultados obtenidos.
Tengo muy claro que el sentimiento satisfactorio por lo vivido en el Estadio de Butarque es por el gol de Enes Ünal. El tanto del ‘9’ es importante porque abrió un nuevo partido y un mundo de posibilidades que beneficiaron al equipo de Sergio. Ese detalle rompió la igualdad, como no ocurrió ante el Celta de Vigo. Sin nada satisfactorio que pudiese marcar un punto de inflexión en el duelo ante los gallegos, la lectura del partido no es buena porque ya no se lee el resultado sino desde él, como debe ser siempre.
El Real Valladolid no tuvo su mejor versión de construcción en Butarque y, obviamente, tampoco ante el Celta. En ambos encuentros, los pucelanos no fueron regulares, mostraron dos caras y fueron inconsistentes en su propuesta. Responsabilizar a los cambios, pese a que Sergio se autoinculpase, no creo que sea un buen análisis del partido cuando en Butarque los cambios tampoco ofrecieron soluciones para los verdaderos problemas del equipo. No es lo mismo hacer cambios para defender y vivir en campo contrario, como en Leganés, como ante el Celta, cuando los ‘nuevos’ debían cambiar al equipo y su tendencia de juego. Ahí no hubo respuestas, como es habitual en este Pucela.
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