Mucho se habla de los problemas que el Real Valladolid tiene para crear ocasiones. Cuando tiene que llevar el peso del juego y de la construcción, los de Sergio González se muestran débiles. Tienen carencias para generar. La idea de priorizar lo defensivo y parte de la descompensación que se crea en el centro del campo por la división de funciones del doble pivote dejan al equipo limitado en creación. Son detalles concretos. La salida de zona de un delantero, una superioridad exterior, el desdoblamiento de un lateral, el desmarque de apoyo de un extremo… Durante 90 minutos, el Real Valladolid encuentra soluciones a los problemas de base que tiene en la creación. Tiene herramientas para ello, casi lo contrario de lo que le ocurre al equipo en las transiciones ofensivas.
Los de Sergio González tiene problemas para correr. Roban, sí, pero no encuentran opciones tras ese cambio de poseedor. El equipo sufre mucho para transitar con fuerza y generar superioridades a la espalda del rival. ¿Por qué? Parece sencillo. El equipo no quiere correr riesgos y no busca, jamás, exponerse. El miedo del contra-contraataque y lo replegada de la idea del estilo de juego hacen que los opciones de transición de los blanquivioleta sean muy reducidas. Esa unión entre extremo y lateral hace que los metros que se tenga que recorrer para iniciar la transición sean demasiados para generar peligro en fracciones pequeñas de tiempo.
Por ello, el juego combinativo y la propuesta de creación gana enteros en el Real Valladolid y parece la solución más clara, con sus limitaciones, de generar peligro. El equipo parece obligado a un pase de seguridad tras el robo más que a un pase de creación para hacer correr al rival hacia su campo. Con ese pase de seguridad, el orden y la evolución en el terreno de juego parecen posibles en un equipo con carencias para las transiciones desde su llegada a LaLiga Santander. Las limitaciones para tener claridad en ataque han sido muchas desde el cambio de categoría y las mejoras, salvo en partidos puntuales, muy débiles.
El dudoso plan B
¿En cuántas ocasiones hemos visto a un delantero del Real Valladolid encarar a dos rivales? ¿Cuántas veces ha iniciado el Pucela un contragolpe y éste se ha visto reducido a seis segundos? ¿Hay imágenes en las que el Real Valladolid ha sido superado después de crear una transición ofensiva? Las prioridades del equipo están claras y se demuestran en muchas facetas del juego pero, sobre todo, en las transiciones ofensivas, el plan B de muchos equipos para responder a los partidos y que este Pucela no tiene. Quizás por ello sea tan difícil ver una buena respuesta en el juego tras un gol encajado, un batacazo, un cambio de guión inesperado…