El parón futbolístico y social generado por el Covid-19 ha llevado a pequeños análisis y a moderados debates sobre aspectos deportivos. Teniendo claro dónde está la importancia de la actualidad en estos momentos, una realidad no elimina la normalidad para analizar, en este caso, el estado del Real Valladolid. Apuntando a los análisis y movimientos del club blanquiovioleta y atacando esos debates y temas quedados en el olvido en las últimas semanas, Pedro Porro no es el único jugador ‘cuestionado’ en el entorno vallisoletano. En ese abanico de jugadores siempre aparece Toni Villa. El murciano queda señalado y, posteriormente, desprotegido por ser diferente, ofrecer alternativas novedosas al juego pucelano y ser al que más se le exige ofensivamente en el equipo de Sergio González.
Hace ya unas semanas, en la tertulia semana de Radio Marca Valladolid, hablamos de él. Señalándole como un jugador diferente al resto de la plantilla pucelana y, sobre todo, entre los elegidos habituales por Sergio González, el debate estaba servido. Mi opinión personal es aquella que invita a pensar que yo formaría siempre con Toni Villa y 10 jugadores más. Incluso le daría mucha mayor presencia en el juego interior. Viéndole como ese ‘segundo delantero’ determinante en el juego entre líneas, Toni tiene mucho que dar a este Real Valladolid, un equipo muy marcado por unos patrones globales y no por un aprovechamiento excelso de las cualidades que le ofrecen sus jugadores.
Ansiedad, desprotección, exigencia…
Sergio González mira mucho por ser un equipo sin fisuras, si espacios entre líneas y sin debilidad defensiva. Mira más por cubrir carencias que por explotar virtudes y, ahí, Toni está vendido. En muchas ocasiones, el ’19’ transmite ansiedad en el juego. Se le ve exigido cuando recibe el balón y, por ello, toma malas decisiones. El murciano no suele participar mucho del juego y cuando lo hace, las voces críticas con su juego de bajas estadísticas le piden todo. Son, incluso, esa opiniones las que le ven como un jugador diferente al que siempre que hay que crear se le da el balón. Para generar una superioridad, buscar una individualidad y potenciar un posible último pase, Toni es al que todos buscan en el Estadio José Zorrilla y es por ello que se aumentan las exigencias.
Con todo, de la diferenciación se hace la exigencia y de ésta, la desprotección y la crítica. De esperanza, Toni pasa muy rápido a ser señalado. Él asume que sus cifras no son las mejores pero no asegura que su juego no se asemeja a lo que propone este equipo. Con muchas miras a la zona defensiva, un jugador menudo, de buen trato de balón y de una enorme calidad queda reducido a jugadas muy puntuales. En esas acciones es en las que se le pide al jugador el máximo y, ahí, queda ‘expuesto’ por no ofrecer las estadísticas que se le debe pedir a un jugador que ostente el titulo de diferencial. Las estrellas de los equipos deben llevar el peso del juego pero, también, de los números y Toni Villa no lo consigue. No lo hace porque quizás no se potencia que sea la estrella sino el jugador en el que crecen las exigencias y la desprotección.