El análisis de la derrota (1-0) ante el Real Sociedad del Real Valladolid deja pequeños detalles que confirman la sensación de que el equipo y Sergio González trabajan, juegan y plantean los partidos con calculadora. No es una crítica, ni mucho menos, pero sí el análisis a la realidad que muestra un equipo que tiene dos caras: la competitiva y la relajada. Son varios los partidos que me han dejado esta sensación, como fue el empate (0-0) ante el Atlético de Madrid en la octava jornada. Posteriormente, ese regusto me ha ido invadiendo durante una temporada en la que creo que al Real Valladolid se le puede pedir mucho más, al menos en atrevimiento.
Pese a que creo que el esquema blanquivioleta en el Reale Arena no es muy diferente al de otros partidos recientes, el matiz que destaca es que sus protagonistas sí llaman la atención por la vertiente ofensiva que podían ofrecer al unirse. Con todo, la realidad es que esa propuesta nunca hubiera llegado a San Sebastián de no ser por la victoria (2-1) ante el RCD Espanyol de la jornada anterior. Tras la victoria, Sergio se atrevió a buscar una versión más ‘atrevida’ que, indudablemente, se hubiera quedado en el cajón del olvido de no ser por esa necesaria victoria ante el equipo perico. Por ello me queda claro que hay duelos en los que el cuerpo técnico invita al equipo al atrevimiento o, para otros análisis, relajación.
Este último término se queda lejos de lo que yo, inicialmente, entiendo con este planteamiento de Sergio pero sí que veo que el Real Valladolid juega atado en unas situaciones y liberado en otras. Se podría analizar qué vertiente da más y con cuál se está más cerca de ganar pero este doble estilo confirma que el vestuario blanquivioleta tiene detalles y posibilidades para jugar de una forma menos defensiva de lo que lo hace. Sergio juega con este formato para liberar a jugadores pero, también, para dar con la mejor versión de ellos.
El constante ejemplo de Sandro Ramírez
Lo hizo en ese partido ante el Atlético de Madrid del mes de octubre y lo repitió en esta ocasión en San Sebastián, por ejemplo. Si el equipo no hubiera ganado en el RCDE Stadium en la primera vuelta y el duelo ante los rojiblancos no hubiera ido en empate, Sandro no hubiera lanzado ese penalti que falló. De igual forma, en esta ocasión. De no ser por la victoria ante el equipo de Abelardo, Sergio no hubiera formado con los tres delanteros de su equipo en el once titular en el duelo ante un equipo de zona europea. Sin esa victoria, Sandro no hubiera celebrado su tanto ante los pericos desde la titularidad, de igual forma que no hubiera tirado ese penalti o, por ejemplo, que Hatem Ben Arfa no hubiera debutado ante el Villarreal CF tras ganar, una semana antes, al RCD Mallorca. Tras las victorias, Sergio se atreve a cambios que sin ellas no pensaría. Es lo que tiene hacer cuentas y jugar con las distancias con la zona de descenso y con la calculadora. No es criticable, ni mucho menos, pero sí llamativo.