Analizando el enorme potencial que Hatem Ben Arfa tiene en sus piernas y los condicionantes con los que llega al Estadio José Zorrilla, el atacante francés tiene rasgos en su juego que vienen a la perfección al Real Valladolid. Siempre he defendido que la plantilla blanquivioleta tenía dos carencias y que ambas eran por ausencia de zurdos. De igual forma que Nacho Martínez necesitaba un acompañante en su posición, el frente ofensivo pucelano necesitaba un jugador con desborde, velocidad y regate de pierna izquierda. Por eso consideré y considero un error la salida de Leo Suárez la pasada temporada y un acierto, ahora, la llegada de Ben Arfa.
Una prueba definitiva
Con un estilo ofensivo tan cerrado como el blanquivioleta, un jugador de último pase zurdo ampliaría mucho las opciones del equipo de Sergio González y estás llegan, ahora, con un jugador que puede ser determinante en los tiempos en los que juegue. Cuadrando muy bien los tiempos de juego del jugador, los estados, sus participaciones y los galones adquiridos, Ben Arfa será determinante, dentro de su rol en la breve etapa que, seguro, vivirá en el Estadio José Zorrilla.
La fase blanquivioleta es el final o el último empujón del jugador. O de la etapa de blanquivioleta sale abocado a la retirada o catapultado para un último arreón futbolístico. La apuesta para él es importante y el riesgo para el Real Valladolid, también. En un Pucela con muchos escalafones definidos, la llegada de un jugador como Ben Arfa puede romper el equilibrio que tanto predomina para Sergio González.
Sin pedir, porque no puede ofrecerlo, una exigencia alta de minutos, Ben Arfa sí que llega a Valladolid con necesitada de minutos y oportunidades. Se las tendrá que ganar, obviamente, pero las primeras podrían llegar por el nombre que tiene y el estilo que se le presupone, aquél que tanto necesita el equipo.
La verticalidad, la fuerza en las transiciones, la buena lectura tras el robo y la personalidad para decidir y tener protagonismo en campo rival pueden ser un riesgo grupal que el Real Valladolid está corriendo para las últimas 16 jornadas de la temporada y lo asume porque, posiblemente, deba hacerlo. El equipo debe ser agitado para salir de la penumbra ofensiva que vive con cualquier sistema y ante cualquier rival y el francés, con los riesgos de su estilo y estado, potencia ese cambio.